LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA

DEDICADO AL CINE PERUANO QUE AÚN NO EXISTE

Tuesday, July 29, 2008

IRON MAN (2008), DE JON FAVREAU


Me encuentro comparando constantemente a Iron Man con Batman, pero no como un niño que quiere discernir quién es más fuerte o "quién pega” sino para dilucidar qué hace a un héroe. Batman es producto de un trauma, es oscuro y torturado por un hecho que le cambia la vida. A Iron Man también le cambia la vida una experiencia límite pero no tiene que efectuar una escisión esquizofrénica; sigue siendo el mismo, pero sabe algo más y adquiere otro tipo de conciencia, o, en el caso de Tony Stark, el genio multimillonario fabricante de armas, adquiere “una” conciencia. Esta transformación, acaso más sutil, es mucho más difícil de representar, por eso es tan importante que el superhéroe en este caso sea interpretado por Robert Downey Jr. El magnate es inteligente, seductor y ligeramente extravagante, es decir, es como el actor que lo interpreta.


Downey entrega todo esto con naturalidad y gusto, tanto cuando se preocupa solamente por vender misiles, como después de que su cautiverio en Afganistán lo obliga a fabricarse un traje de hierro. Esta continuidad en la personalidad del protagonista no se confunde con el cinismo; Stark no disfruta su tiempo de cautiverio ni cuando un misil le mete esquirlas en el pecho, pero se mantiene a flote, vive con ello, lo cual lo hace mucho más denso, ambivalente, más humano.


Luego están los demás personajes, como su asistente Pepper Potts (Gwyneth Paltrow) que complementa la naturalidad de Downey sin dejar de transmitir tensión sexual, indispensable para el combo chico-chica de una película de superhéroes. Por otro lado, está Obadiah Stane (Jeff Bridges), el amigo de su padre, la figura paterna que terminará por convertirse en un villano gracias a una ambición que pudre el sistema desde adentro, como ocurre cada vez más en películas de entretenimiento que parecen hacer eco de una esfera política tan evidente como corrupta.


El guión sigue presentando aciertos con escenas como aquellas en las que Stark construye su verdadero traje –al que pinta como uno de sus autos de carrera– entregándonos momentos de gracia e ingenio. Jon Favreau ha sabido equilibrar, además, los efectos especiales sin sobrecargar los sentidos del espectador y ha logrado narrar eficientemente una historia de acción con personajes. Mucho mejor que el promedio de películas Marvel y suficiente para meter al Hombre de Hierro entre mis superhéroes favoritos.

Werner Jungbluth

La Cinefilia no es Patriota



Saturday, July 26, 2008

DIARIO DE UN CORTOMETRAJISTA (IV)



Día 12: Algunos riesgos

Antes de sentarme a revisar con calma las imágenes que grabamos, puse la cinta que estaba marcada con el rótulo “Detrás de cámaras”. Era una payasada, desde luego, pero quería relajarme un poco previamente a realizar la pauta de tomas.

Y funcionó.

Ver cómo ese grupo de compañeros que aceptaron participar en algo quizás tan inútil, tan irrelevante como un cortometraje, verlos cómo interactuaban de manera grata y dedicada, realizando siempre propuestas nuevas sin perder nunca el humor, resultó la mejor manera de regresar al universo de nuestro cortometraje, una manera acertada y estimulante. Antes de proseguir con el trabajo “en serio”, quisiera anotar unas palabras respecto al equipo de trabajo.

Para empezar, señalaré que fue un equipo pequeño y creo que esta circunstancia ayudó a que la grabación funcionara de manera óptima.

Con esto no quiero decir que a más gente en la grabación, más problemas; solamente es una cuestión de comodidad con uno mismo y con los demás. No sé si esto se aplique para todo cortometrajista en ciernes –a algunos les puede gustar el reto de sentirse rodeado de gran cantidad de personas-, pero en esta ocasión un equipo pequeño resultó indispensable para mantener la tranquilidad y confianza, requisitos básicos para sacar adelante cada momento.

Resulta que, como en todo oficio, la experiencia pesa. Y la mía es prácticamente nula, a menos que consideremos (olvidables) reportajes de televisión, en donde el equipo era prácticamente mínimo (un camarógrafo y yo), lo que refuerza la sensación de mayor tranquilidad a menor gente alrededor.

Un compañero de grabación tenía razón: participar de una grabación a tiempo completo termina por crear una forzosa convivencia entre los miembros del equipo, casi al atormentado estilo de un reality. Y, siguiendo sus palabras, “si sólo uno de nosotros hubiera sido un engreído o un imbécil –durante nuestro trabajo- el proyecto habría fracasado”. Pero, felizmente, luego de tres días de trabajo arduo, no se asomó ningún conflicto.

¿Cuántas amistades se habrán forjado o se habrán roto en medio de un rodaje? Muchos más de los que sabemos, sin duda.

Desde luego, hubo roces silenciosos, discusiones sin palabras, momentos en donde más de uno no sabía bien qué es lo que tenía que hacer o para qué había sido convocado. Por momentos el malhumor llegaba de manera silenciosa –sobre mí, no sobre los demás- y había que extirparlo rápidamente, o utilizarlo de la mejor manera. Al momento de grabar, las individualidades no cuentan, solamente la obra que se está creando. Pero si la comunicación se rompe, el riesgo de arruinarlo a todo crece como una onda inevitable.

Más allá de eso, si algo ha quedado en claro de esta experiencia –algo práctico y de interés para algún lector- es lo siguiente: si puedes, consigue una persona dedicada exclusivamente al rubro de producción.


Con esto me refiero a esa persona que, durante la grabación, tiene su cronograma de horarios, lugares y otros rubros, y lucha por cumplirlos; a esa persona que siempre está presionando para que lo planificado se cumpla. En mi caso, esa persona era yo mismo, así que es fácil suponer que no cumplí absolutamente nada de lo previsto, lo que al final resultó contraproducente.

Pero, sobre todo, no contar con un(a) productor(a) de campo hace que pierdas la concentración rápidamente: en lugar de preocuparte por tu encuadre, estarás preguntándote si todo estará listo en la siguiente locación o si se podrá alquilar un vehículo para resolver un imprevisto de última hora. Será una boca más en tu presupuesto, pero creo que es una presencia totalmente necesaria.

Desde luego, es posible hacer una extensa lista de apuros que es posible evitar. Aquí van algunos puntos al vuelo:

- Nunca te des por satisfecho con dos o tres tomas (mucho menos con una). Si es posible –en caso te sobren las cintas y la batería- graba incluso los ensayos que hagas en el momento. Muchas tomas que te pueden resultar útiles en la edición son registradas mientras no estás cumpliendo fielmente con tu “storyboard” –en caso seas tan chancón de tenerlo-.

- Lleva cintas y batería de sobra.

- Si no estás utilizando una cámara HD, sino más bien andas grabando con tu pequeña cámarita digital 3CCD siguiendo el viejo axioma de “si no es bueno en VHS, tampoco será bueno en 35mm”, entonces tienes que prestar mucha atención a la hora en que la luz solar desaparece. Más allá de las luces con las que cuentes, la ganancia de iluminación natural en las pequeñas cámaras digitales es, en gran medida, desafortunada y a las cinco de la tarde empieza la inevitable cuenta regresiva.

- No te confíes del visor o la pantalla de la cámara. Siempre puede estar en desenfoque. Siempre puede estar en desbalance. Siempre puede estar en contraluz… La ley de Murphy: si algo malo puede pasar, pasará.

- Resulta un poco tonto recordarlo, pero es mejor que quede claro: lo que sea que hayas calculado en dinero, multiplícalo por 1.5, y quizás ahí te acerques a lo que realmente gastarás. Ten claro si realmente necesitas a toda la gente a la que estás convocando: una boca menos puede equivaler a unas horas más de grabación. Así está escrito, así ha de ser.

- Si no estás satisfecho con lo que tu equipo hace, pues hazlo tú mismo. Si sientes que tú mismo debes manejar la cámara en cierta escena, que tú mismo debes golpear los muros para capturar ese sonido, que tú mismo debes sacudir el polvo que tu imagen necesita, pues hazlo. No sé si el resultado será o no el que buscabas, pero luego no te quedará la sensación de que se pudo haber hecho algo mejor y no se hizo.

Estoy seguro que aquellos que han producido anteriormente otros cortometrajes podrán dar mayores recomendaciones a los interesados. Desde luego, esto no asegura de ninguna manera que tu cortometraje, al final, saldrá bien, ese es otro cantar… Pero, si eres un nuevo realizador, quizás te puedas ahorrar algunos dolores de cabeza.

Seguiré pensando en más cuestiones a tener en cuenta. Ahora debo concentrarme en esas imágenes (ahora sí, las reales, las que importan). Es momento de retroceder las cintas, poner play, y cruzar los dedos.


Antes de insertar el primer cassette, le digo en voz baja: Go ahead. Make my day.


F.V.R.

La Cinefilia no es Patriota

Thursday, July 24, 2008

ALETEANDO DEL PAPEL AL CELULOIDE, O BATMAN: THE DARK KNIGHT




Agradezco la gentil colaboración de César Santivañez, feliz culpable del estupendo comic-blog El Jardín de las Delicias (http://todacarneeshierba.blogspot.com/), por aceptar jugar con nosotros en este nuestro pequeño jardín de la cinefilia sin banderitas. (M.C.).


BATMAN: THE DARK KNIGHT

I. Finalmente, el Murciélago alza el vuelo.

Generalmente, los ojos de un fanático de las historietas son distintos a los de un cinéfilo. Sin embargo, estoy seguro que el pasado jueves 17 de julio nadie se dio el lujo de parpadear ante "Batman: The Dark Knight". Con este, su segundo film sobre el encapuchado, Christopher Nolan alcanza una plena comprensión del personaje, superando infinitamente no sólo a su "Batman Begins", sino a todas las adaptaciones que hasta la fecha se han hecho del Murciélago.

No se apresuren en recoger piedras, incondicionales de Tim Burton. Ocurre simplemente que el siniestro director californiano, si bien es cierto logró producciones de inmensa calidad estética con "Batman" (1989) y "Batman Returns" (1992), nos ofreció su propia versión del mito, una quizás demasiado personal para el gusto de los seguidores de la historieta. La suya era una Gotham de cartón, un escenario demasiado parecido a un oscuro parque de diversiones. He ahí la principal diferencia con Christopher Nolan. En contraste, los filmes de éste último tienen mayor valor historietístico, al mostrar una mayor rigurosidad, y en general, un mayor respeto por la larga trayectoria del héroe que Bob Kane y Bill Finger crearan allá por 1939, para el legendario Detective Comics N° 27, y su "Caso del Sindicato Químico".


Así pues, no es un secreto que "Batman Begins" toma una infinidad de elementos de "Batman: Year One" (1987), clásica saga escrita por Frank Miller e ilustrada por David Mazzuchelli para Batman N° 404 a N° 407, pináculo de la Era Moderna del comic book norteamericano. Sin embargo, con todo y esto, numerosos defectos narrativos y argumentales lograrían hacer de éste un film absolutamente prescindible en la historia de las adaptaciones cinematográficas: un Ra's al Ghul innecesariamente engrandecido, y un Bruce Wayne que por momentos se acercaba peligrosamente al estereotipo del pituquito de alma torturada y aspiraciones místicas.


Por suerte, con "Batman: The Dark Knight", el panorama cambia por completo. Durante toda la película, Christopher Nolan se esfuerza por mostrarse no sólo como un director atrevido y lleno de ideas, sino también como un febril lector de las historias del Hombre Murciélago. Lo que aquí presenciamos es una estupenda lectura del personaje, además de un tributo a genios como Alan Moore, Frank Miller, Dennis O'Neil y Grant Morrison, autores decisivos para el título, ellos mismos tan legendarios como el protector de Gotham City. Por fin, los fanboys y frikis de todo el mundo podemos señalar orgullosos a la pantalla de cine.


II. El (nada) obsceno pájaro de la noche.

Pero, ¿quién es realmente el Batman/Wayne de Nolan?. No es únicamente un sujeto ávido de venganza, disfrazado de playboy de cóctel, o viceversa. Tampoco se podría afirmar ya que: "de día es Bruce Wayne, acaudalado hombre de negocios, y de noche es Batman, misterioso paladín de la justicia". Estos conceptos pierden total validez, en "The Dark Knight". Aquí, el héroe no lo es tanto, sino que representa una eterna dicotomía entre bien y mal, justicia e injusticia, desdibujando al mismo tiempo la frontera que divide estos conceptos. Batman es un prodigioso hijo de una ciudad en donde la corrupción es llevada al límite por políticos, policías y criminales. En Gotham, el caos es el nuevo orden, mientras que los idealistas son seres proscritos y constantemente señalados como ejemplos contrarios al debe ser. Es en este infame contexto, en donde se alza la figura de un aún inexperto vengador, dueño de un universo moral tan bipolar como naif, que a lo largo de la película presencia el desmoronamiento de sus nobles ideales y su ciega confianza en la sociedad. El joven Wayne finalmente logra morder el fruto de la realidad, y se da cuenta de que éste no es tan dulce como esperaba. Nuevamente, Nolan se remite al "Batman: Year One", para describirnos la hostil decadencia del escenario, y el desencanto de los buenos hombres.

Pero esta vez, el conflicto no se agota en Wayne, sino que se extiende a James Gordon, Harvey Dent, Rachel Dawes, Lucius Fox, la detective Ramirez y hasta al mismísimo alcalde de Gotham. Todos ellos son perfectas manifestaciones de esta única naturaleza, que bien podría llevarlos hacia la fatalidad, antes que a la realización. Tontos a los ojos del mundo, e incluso a los de sus seres más queridos. Tontos que lo tienen todo en contra, y aún así se esfuerzan por lograr un cambio sustancial en esta mierda de urbe. En resumen, tontos como los que abundan en los libros de historia.





III. El payaso que dijo No.

En esencia, el entero metraje de "The Dark Knight" es la crónica de un plan perfecto, elaborado por el inconmesurable Joker, aquel psicópata conocido también por los batmaníacos como "El Califa de los Payasos", o el "Príncipe del Crimen". Nadie conoce su identidad, por lo mismo que la locura es todos los hombres al mismo tiempo. El caos no tiene nombre, ni número de registro, ni hace cola en el seguro social: llega sin anunciarse, a probarse a sí mismo, festivo y cruel como un niño. Todo eso es el Joker, más que un antagonista, "lo antagónico" en Batman.

Una vez más, Nolan hace un uso impecable de las fuentes: identificamos claramente al "Killing Joke" (1988) de Alan Moore, en el clímax del film; en el horrendo y patético uniforme de enfermera, vemos una extensión de los zapatos de tacón alto del "Batman: Arkham Asylum" (1989) de Grant Morrison; y las irrupciones en escena del payaso bien podrían haber sido dibujadas por Neal Adams. Esto, sumado al hecho de que Heath Ledger solicitó algunas copias de las historias clásicas del villano para estudiar sus motivaciones, basta para hacer del Joker de Ledger el mejor que se ha visto en pantalla. Un maniático genial, más hábil aún que el propio Batman, con objetivos tan absurdos como peligrosos, y que representa el descontrol que necesita todo ser humano para estar completo. La demencia absoluta es un lugar que nadie se atreve a explorar, ni siquiera el más valeroso de los caballeros, ni siquiera alguien tan transtornado como Bruce Wayne, y de ahí que el Joker tenga la victoria asegurada, aún desde antes de pisar las calles de Gotham por primera vez.


IV. Las Dos Caras de la Belleza.

El azar es uno de los brazos de la justicia, y esto lo deja muy en claro la historia de Harvey Dent, fiscal de distrito que, de un momento a otro, descubre de la peor manera que todos somos dos personas al mismo tiempo. Desde su aparición en Detective Comics N° 44, en agosto de 1942, tanto público como crítica concuerdan en que el personaje es uno de los más complejos de todo el universo batmaniano, que ya es decir bastante. Inspirado directamente en el Dr. Jekyll y Mr. Hyde, Dos Caras no es sólo un paciente psiquiátrico con desorden de múltiple personalidad, sino que representa la dualidad del ser humano, y nos recuerda que siempre estamos de pie ante un borgiano jardín de senderos que se bifurcan. Y nada más puro, ni más sublime, que dejar que la suerte decida el sendero que seguiremos, anulando por completo nuestra voluntad, y abandonándonos al destino. Desde aquella óptica retorcida, Dos Caras intenta exculparse a sí mismo de la atrocidad de sus crímenes. Ni ángel ni demonio, sino hombre. Un trasfondo psicológicamente delicioso, que pareciera incapaz de agotarse, a pesar de la infinidad de discusiones que suscita cada aparición del ex-fiscal de distrito.


V. Christopher Nolan, el nuevo héroe de Gotham.

Una vez más, y luego de muchísimos años, el Murciélago recobra el lugar que se merece, con esta excepcional pieza cinematográfica. Mucho se ha dicho acerca de esta segunda entrega de Nolan, y seguramente mucho se comentará aún durante las próximas semanas, pero si algo es seguro, es que "Batman: The Dark Knight" hará que una gran cantidad de fanáticos colmen nuevamente las comictecas, y apoyen así el crecimiento de la industria de la historieta de superhéroes, tan venida a menos durante los últimos años. Bienvenidos entonces los nuevos lectores, y sepan que nunca es tarde para hacer que la imaginación cobre nueva forma, y viaje por nuevos rumbos. Muchas gracias, y buena suerte.


César Santivañez

La Cinefilia no es Patriota


Wednesday, July 23, 2008

FESTIVAL DE LIMA NÚMERO 12: ¡AQUÍ VAMOS!


Web Oficial del Festival de Lima:
http://www.festivaldelima08.com/


Nuevamente, el Festival de Lima.

Salieron las películas en competencia y si no han visto la lista completa, ya las verán más abajo. Ahora, sin ningún grado de objetividad, es momento de hablar de las favoritas.

O sea, de las argentinas.

¿Las películas argentinas? ¿Otra vez? ¿Será real, será verdad o será el eco de una leyenda que parece extinguirse con el paso de los años?

Los hechos, por lo pronto, indican algo claro: este año, por primera vez en la historia de su cine, Argentina tuvo dos películas compitiendo en la Selección Oficial de Cannes, La mujer sin cabeza, de Lucrecia Martel, y Leonera, de Pablo Trapero.



Nuestra engreída

La Ciénaga, película debut de Martel, es una de las mejores óperas primas de todos los tiempos y en todas las regiones. Esto le da, desde ya, nuestro permanente interés a cada nueva obra en la que se encuentre trabajando. Más aún cuando en su siguiente trabajo, La niña santa, se percibe una sutileza tan elegante que –si se permite la expresión- apabulla.

La Mujer sin cabeza viene de noticias polémicas (“Abuchean La mujer sin cabeza en Cannes”) y de críticas más que estimables (La recomendable página Tren de Sombras recibió calificaciones de 4 y 5 estrellas y Palma de Oro, por parte de ocho de los 15 críticos invitados para este año). Para un cinéfilo, esta película es imprescindible.

Parece que tenemos nuestro favorito, ¿no? Pues no esté tan seguro, lector.



Finalista

El Bonaerense es una de las mejores películas de esta secta denominada “el nuevo cine argentino” y nos sacudió la vista a varios. No fue casualidad: su director, Pablo Trapero, ya había remecido algunos cimientos con Mundo Grúa. Lo siguiente (Familia Rodante) fue más un temblorcito. Pero con su película Leonera, a Trapero lo han llenado de elogios en Cannes y en cuanto lugar la ha mostrado, hasta el punto de llevar a nobles cinéfilos y/o publicistas a calificar esta película como la mejor película de esta generación de cineastas argentinos de los 90´s.

Y si eso es verdad…


Rated R

De todas maneras, si hay un cine argentino que siempre nos ha interesado hasta el punto de recibir miradas sobre el hombro y varios reproches de espectadores estrechos, es el cine de Lisandro Alonso. Sobre Liverpool, el director dice lo siguiente:

“Es el retorno de un hombre al lugar donde nació tras haber desaparecido veinte años. Y él regresa en un barco carguero, y ya visualmente un barco carguero, en medio del mar con esos pasadizos de fierro, esos hombres medio locos, solos, alcohólicos... son gente que se van del mundo. La gente que trabaja en el mar, con la que estuve hablando, necesitan el dinero pero también de alguna manera tratan de alejarse de todo, se la pasan meses y meses en el mar…”

Si te has enfrentado anteriormente a una película de Lisandro Alonso, leyendo esto puedes entender cómo será Liverpool –que también ha obtenido muy buenas críticas-. Si no lo has visto antes… ¡No te lo pierdas ahora! ¡Será full diversión, y puedes llevar a tus niños también!



La aplaudida

Pero no te asustes. También parece que habrá de las buenas, entendibles y emotivas. Este es el caso de Cordero de Dios, ópera prima de Lucía Cedrón, quien recibió una ovación de pie en el último Festival de Cine de Rotterdam y llega además con los laureles de “Premio Coral al mejor guión inédito de La Habana 2005”, el “Sundance/NHK International Filmmakers Award 2007”, “Premio del Público del Festival de Toulouse” y otros galardones más, todo esto bajo la atenta mirada de la productora argentina Lita Stantic, madrina y consejera de los otrora noveles Martel, Trapero o Paz Encina. Si hay una que debes recomendar a tus amigas sin el temor que se duerman y luego se enfaden contigo, es ésta.


Puerca Tierra

Hey… ¿Piensas que eso es todo? No te olvides de un nombre: Albertina Carri. Berlín la acaba de aplaudir, el BAFICI se quedó ciertamente impactado y un cerdo se muere delante de la cámara. Lo del cerdo es mejor gancho publicitario, desde luego, pero hay que ser justos y decir que si en tu cabeza sueles divagar acerca de la violencia en las familias, en el campo, en la misma ciudad, esta puede ser una película atractiva para ti. Quizás en Los Rubios, la cineasta Carri aún dejaba ver esos esquemas intelectuales con los que trazaba la película, pero sin duda está por encima de la mayoría y, ella también, tiene todo nuestro interés.




Bueno, claro, también…

La última representante argentina en el Festival es La sangre brota, de Pablo Fendrik. De él vimos anteriormente El asaltante y, bueno, ¿qué se puede decir? Si no te sobra el dinero, elige entre las anteriores. Si buscas realismo social, opta entre Trapero y Carri. Si buscas divagar, anímate por Martel. Y si buscas divertirte y pasar un rato entretenido con tus amigos, mira la de Lisandro Alonso. 100% garantizado. Sino, que te devuelvan la entrada.

F.V.R.


21 Películas Competencia Oficial, Ficción:

Cordero de Dios, de Lucia Cedron, 2008
La mujer sin cabeza, de Lucrecia Martel, 2008
La rabia, de Albertina Carri, 2008
La sangre brota, de Pablo Fendrik, 2008
Leonera, de Pablo Trapero, 2008
Liverpool, de Lisandro Alonso, 2008



Ainda Orangotangos, de Gustavo Spolidoro, 2007

Cão Sem Dono, de Beto Brant y Renato Ciasca, 2008

Linha de Passe, de Walter Saller, 2008

Mutum, de Sandra Kogut, 2007

Tropa de Elite, de José Padilha, 2007


Perro come perro, de Carlos Moreno, 2008

Satanás, Andrés Baiz, 2007


Personal Belongings, de Alejandro Brugés, 2007




El cielo, la tierra y la lluvia, de José Luis Torres Leiva, 2008
Tony Manero, de Pablo Larraín, 2008


Desierto adentro, de Rodrigo Plá, 2008

Los bastardos, de Amat Escalante, 2008

Te acuerdas de Lake Tahoe, de Fernando Eimbcke, 2008


Dioses, de Josué Méndez, 2008

El acuarelista, de Daniel Rodríguez, 2008


Postales de Leningrado, de Mariana Rondón, 2007




La Cinefilia no es Patriota

Tuesday, July 22, 2008

DIARIO DE UN CORTOMETRAJISTA (III)


Día 9: Un tipo calvo

Debo apurarme.

Ha terminado el segundo día de grabación y todos andamos ligeramente exhaustos, agotamiento que aumenta ante la necesidad de tener que madrugar mañana y poder así cumplir –si se puede- lo planificado en el papel. En medio de los distintos roles en los que me he visto envuelto, tengo la ingrata misión de ser el primero en despertar y, faltando un día para que todo termine, no puedo darme el lujo de desvelarme.

Menciono de entrada la cuestión del tiempo, ya que ha resultado el principal contratiempo que hemos encontrado. No puedo afirmar que se ha cumplido con el cronograma establecido. De hecho, lo hemos tenido que ir modificando en el camino. Para cuando nuestro equipo esté de regreso en sus hogares, seguramente faltará grabar alguna escena, así que mañana será un día de difíciles elecciones –elegir entre lo estrictamente necesario y lo que pueda ser un mero capricho por parte mía-. Si pudiera, grabaría con comodidad y relajo durante una semana más, obvio, pero es una realidad que escapa completamente de mis manos.

Para muestra, te contaré que cada nueva escena, llega con una nueva incertidumbre:

Mis compañeros se instalan en la locación, alistan sus equipos e inmediatamente lanzan la temible pregunta: “ya, ¿cuál es tu primera toma?”. Desde luego, es una pregunta que no he podido contestarles con rapidez, y acaso tampoco con gran convicción. Tienen que pasar varios minutos –ensayos, pruebas con la cámara, caminatas alrededor- para intentar vislumbrar el encuadre que pueda contener la respiración del cortometraje.

Es que, una vez en el lugar, lo imaginado no sirve más, aún cuando se conozcan las locaciones de antemano o puedas ver la historia en tu cabeza. La relación con el espacio es determinante aquí. En todo caso, hubiera sido bueno tener un storyboard. Hubiera sido más rápido si se grababa de manera funcional: primer plano, plano medio, plano general… Pero otras fueron las decisiones. Si resultaron o no acertadas, solamente lo sabré cuando revise a solas todo el material grabado.

Algo aún más extraño y –quizás- contraproducente sucedió: en plena grabación, uno también empieza a luchar contra sus propios ímpetus. Llegaba con la idea de grabar un hecho de la manera más simple posible. Ahora, a cada momento, una nueva idea, una nueva imagen, una nueva manera de narrar brota y quiere darse su lugar, apropiándose de algunos segundos de cinta que no estaban destinados para ello. ¿Qué hacer en ese caso?

En sus Prosas Apátridas, Ribeyro escribió:

Si yo digo: “El hombre del bar era un tipo calvo”, hago una observación pueril. Pero también puedo decir: “Todas las calvicies son desgraciadas, pero hay calvicies que inspiran una profunda lástima. Son las calvicies obtenidas sin gloria, fruto de la rutina y no del placer, como la del hombre que bebía ayer cerveza en el Violín Gitano. Al verlo, yo me decía: ¡en qué dependencia pública habrá perdido este cristiano sus cabellos!”. Sin embargo, quizás en la primera fórmula resida el arte de relatar.

¿Cuál será la mejor formula para relatar? ¿Cómo saber si se está eligiendo la correcta? Sé que el mismo hecho puede ser narrado de distintas maneras, según distintas miradas. Solamente hay que concentrarse en no contaminar la mirada original e impedir que desaparezca, abrumada, en medio de los apuros. Aún así, y aunque no creo en la improvisación, me he dejado convencer por aquello que no estaba previsto. De todas maneras, el tiempo no perdonó, y siempre había alguien detrás gritando “¡nos pasamos media hora!”

Y qué bueno que así fuera. Nuestro reducido equipo de trabajo se ha acoplado mejor de lo que esperaba y ha funcionado a gran nivel. Ver la dedicada manera en que cada uno ha venido cumpliendo su función, dentro de los habituales inconvenientes, me deja varias certezas, entre ellas, que esta actividad que llamamos cine -aunque ya es también vídeo- sigue y seguirá viva porque está hecha por artesanos y no por artistas.

Ahora, un duchazo, un emoliente, un cigarrillo y un poco más de Ribeyro antes de caer dormido.

Fernando Vílchez

La Cinefilia no es Patriota


Tuesday, July 15, 2008

DIARIO DE UN CORTOMETRAJISTA (II)




Día 5: Infantilismo

Describiendo a la sociedad norteamericana de los últimos años en su famoso artículo del Harper´s, Jonathan Franzen señaló lo siguiente: cada vez con mayor tenacidad, nuestra conducta se va acomodando dentro de los límites de aquello que él denomina infantilismo. Mientras el mundo va avanzando (¿hacia dónde?) nos venimos acostumbrando solamente a buscar lo que nos da placer, lo que nos satisfaga, lo que nos entretenga.
Nuestra generación ha nacido para recibir y para gozar; y si algo ya no nos gratifica –una conversación, por ejemplo- bastará apretar un botón y ya, se deja de conversar. Esto sucede no solamente en las relaciones interpersonales, sino también en otras áreas.
Hoy en día, “el libro tiene que aportarnos algo, en vez de aportar nosotros algo al libro”. Así describió Franzen la actual expectativa del público por los libros. El lector ya no quiere que el libro active su mente; ahora solamente lo recibe de manera casi pasiva, para absorber así el nivel más bajo del entretenimiento.
¿No sucederá lo mismo con otras artes, como la música, la fotografía, el teatro y, naturalmente, el cine? Cada vez son menos las personas que están dispuestas a esforzarse para aceptar una obra que los deje con preguntas en el aire. Rápidamente se dicta sentencia ante lo extraño: “¡No se entiende! ¡No nos sirve!"
La comodidad nos exige ver algo bueno, agradable, intenso… lo cual no está mal, para nada mal, pero ya no se habla del estímulo en donde el público también aporta algo. Queremos que la imagen final sea potente, pero ya no nos interesa armar el rompecabezas. Con cada vez más ruidosas pataletas, exigimos nuestra sopa licuada.



Este es el infantilismo de mentes como la del dramaturgo peruano Alonso Alegría, según los textos que recién ahora puedo leer con calma. El arte, para este señor, no debe complicar, no debe ahuyentar. Más bien, el arte debe llenar las salas. Hay que gustar. Hay que satisfacer. Hay que crear el-nuevo-tema-del-verano. Si sigues las reglas, Dios y la patria lo premiarán. Y si no...

“Los libros para todo el mundo son siempre malolientes; se les pega el olor de la gente corriente”, escribió Nietzsche. Esta frase puede resultar ofensiva y discriminatoria para algunos. Lo cierto es que se trata de una defensa del derecho natural de cada pensador a escribir lo que se le plazca, para quien le plazca y de la manera que más le resulte coherente.

A eso sumémosle que el arte es, por naturaleza, discriminatorio. Solamente una mente enana puede creer que porque una película lleva cuarenta mil personas al cine en lugar de cinco mil, entonces nuestro cine está creciendo; sobre todo en el Perú, donde menos del 5% son aquellos que se dan el lujo de asistir a estos eventos, y los números de la pobreza no se mueven en décadas. ¡Qué usos se pueden dar a la palabra democracia!

¿Un cineasta debe aspirar a los cien mil espectadores? ¿O debe tratar de capturar el espíritu de su tiempo? ¿O debe desangrarse en sus problemas personales? ¿O ninguna de las anteriores?

Dedicarse al oficio cinematográfico es una fortuna que le llega a pocos. Como las semillas de la parábola, muchos serán los que querrán intentar hacer cine y nunca lo lograrán. Otros nacerán, intentarán seguir, pero serán absorbidos por las dificultades. Por ventura o insistencia, pocos alcanzarán terreno fértil. Pero en todos estará presente la pregunta inicial: ¿Para qué quiero hacer una película? ¿Para quién? Las razones son infinitas -y no creo que ninguna sea más noble que otra- pero un realizador debe tener su razón clara antes de lanzarse al ruedo.

Es por eso que le sigo dando vueltas a este inagotable asunto, aún cuando las horas apremian y noto con temor que, luego de haber ensayado y vislumbrado lo que será la grabación del corto esta semana, debo cambiar varias de las ideas que tenía en mente. Contra mis deseos, muchas cosas han variado: locaciones, personajes, tiempos… y una nueva reescritura se impone, aunque sea apurada. El concepto mismo de la obra necesita un ajuste más. Aún dudo acerca de si el pequeño equipo que hemos armado funcionará bien. Y, para completar el cuadro, todo va a salir mucho más caro de lo que pensaba.

La buena noticia es la recuperación –en todo sentido- del protagonista. Conversando con él, me doy cuenta que hubiera sido imposible grabar este corto antes de estas fechas, así que tomo este nuevo encuentro como una buena señal. El corto exigirá mucho de su esfuerzo y felizmente su disposición es plena… Y aún con esas, todo puede salir mal.

Y si sale mal, servirá como experiencia y habrá que sacar conclusiones antes de enterrarlo en el cajón. Sería deprimente que salga mal… aunque confieso que sería más deprimente que el corto salga bien –a nuestra percepción- pero no guste a nadie más. Pero, claro, sería realmente terrible que el cortometraje salga mal -para nosotros- y aún así le guste a todo el mundo. Como sea, eso se sabrá en unos días.

Al igual que los equipos de fútbol antes de un partido decisivo, mañana en la noche todo el equipo técnico se concentrará en mi casa. Ahí empezará esta suerte de retiro espiritual donde cada uno deberá dejar atrás todo lo conocido, para enfocarse únicamente en la creación de algo decente. A la madrugada siguiente, será momento de salir y ya no habrá marcha atrás. Lo discutido, lo razonado, la lógica cerebral deberá quedar atrás. Luego, todo será estómago, oficio y también suerte. Un rezo se hace necesario…



Y ahora que lo pienso, creo que lo realmente terrible sería que el corto le guste sobre todo a Alonso Alegría.
F.V.R.
La Cinefilia no es Patriota

Monday, July 14, 2008

CRUMB (1994), DE TERRY ZWIGOFF

Dibujo mi venganza

Crumb, el sorprendente documental de Terry Zwigoff*, muestra cómo las fantasías acompañadas de un minimum de conciencia crítica, lo pueden salvar a uno de la catástrofe. Y, como decía Gógol, si la cara es fea, no le echen la culpa al espejo.



En Robert Crumb y familia, bromas aparte, observo que hay, a manera de estribillo emocional, una sonrisa constante que, si acaba por inquietarme… será porque no es más que una pantalla problemática, que nos muestra la superficie de una trama más compleja que nunca acaba de revelarse: sé que no son solo sonrisas de alegría, claro; y sé o creo saber que son sonrisas de nervios, en parte, sonrisas encubridoras (como tantas), y en parte sé que tal vez sean justo la misma, o aproximadamente la misma sonrisa que el propio Crumb le critica con justa razón a su padre, aquella horrible encarnación de los valores del norteamericano promedio de la posguerra.



Son los restos de esa sonrisa-máscara, pegada a la cara como un bicho, la del vulgar triunfador o aspirante a serlo, la del norteamericano que está seguro de la grandeza de su querido y próspero país y que tiende a creer que no hay problemas tan terribles que resolver, porque el mundo no está tan mal, ni tampoco tu propia vida, después de todo, o algo así. La sonrisa bobalicona de la negación en suma. O dicho mejor: la sonrisa del optimismo asqueroso, mentiroso y barato contra la que se construye la obra entera de Robert Crumb.

Aprenderemos con rapidez, al mirar fascinados este documental, que su vida y la de sus hermanos fueron un horror. ¿Ni más ni menos que la de tantos otros? Todos ensayan sonrisas sin embargo. Pienso en esas sonrisas y las conecto con algo en la naturaleza del comic. Pues claro, si los comics de Crumb poseen ese aspecto de sonrisa en medio del horror. O de horror que acaba en sonrisa, ya que hay que seguir viviendo… Porque el absurdo de la existencia también tiene su gracia, así que se merece una sonrisa… Se trata de sobrevivir. La sonrisa cambia de signo. Es la sonrisa inteligente, crítica, que no se asusta ante lo que es y lo nombra. La fabulosa voz del lápiz, de la tinta.


Viene a la memoria, inevitable, la figura del padre, ausente, ya muerto, y su presencia devastadora sobre los tres hijos. ¡Cómo no recordar de inmediato otro extraordinario documental, El Desencanto, donde hay otros tres hermanos, defendiéndose como locos de la locura, de la herencia maldita, de los valores autoritarios con que los embarraron! ¡Cuánto tienen en común la familia Panero y la familia Crumb! Cada vez que veo una de estas películas me parece que también estoy viendo la otra. Son películas hermanas que merecerían verse una después de la otra para afinar la percepción de ambas y del tema que comparten.

He visto Crumb después de varios años y me ha resultado igual de encantador. La venganza del niño y el adolescente y el hombre rechazado está más o menos cumplida. Al mismo tiempo, estoy de acuerdo con la crítica que hace David Walsh en The World Socialist Web Site. ¿Qué tan crítico es Crumb consigo mismo? Es la pregunta candente. Y es verdad, Crumb habla de su fetichismo, obsesiones y fobias, pero también resbala en la autoindulgencia…


Crumb es la historia de alguien salvado por su talento y su determinación. Eso de que el arte es un acto libre se ve bien relativo en su caso, pues se trata de alguien que se deprime o se siente suicida cuando no dibuja –e incluso se siente así cuando dibuja–. ¿El sexo salva? En el gracioso caso de Robert Crumb, la obsesión sexual bien dirigida –o al menos de una mejor manera que como la dirigieron sus dos hermanos– revienta en sus sublimes y ‘sucias’ fantasías. Más allá de la cuestión de si es gran arte o no, me interesa lo que es capaz de revelar en sus dibujitos. Ah, esa cosa infantil del comic, partir de ahí para el examen de las propias obsesiones y fobias. La sinceridad de Crumb puede desbaratar a muchos.

Lo simpático es revelar lo que los demás se callan. Una manera de hablar por todos y de romper el silencio omninoso. Pero, ¿si no hiciera tan incisivos dibujitos no pensarías acaso que se trata de un enfermo más? ¿pensarías, si no fuera Crumb, que tener un orgasmo jugando con un zapato femenino es algo meramente simpático? Crumb se va salvando de la catástrofe, echándole una mirada atenta a la cultura que lo parió y que rechaza de forma visceral. No jugó el juego de la fama y el dinero: toda una anomalía.

Robert Crumb vive actualmente en Francia con su mujer y su hija. Charles Crumb, el hermano mayor, presumiblemente más talentoso aún, se suicidó poco después de terminado el documental. Por mi parte, tengo cierta fe en el poder los dibujitos que condenan un mundo que nos condena a vivir como caricaturas de nosotros mismos.

Mario Castro Cobos

La Cinefilia No Es Patriota


*Proyectado en el Ciclo ‘24 Viñetas por Segundo’, presentado en el Cinematógrafo de Barranco, con la colaboración del blog El jardín de las Delicias.



Ver Crumb, de Terry Zwigoff, en:

http://video.google.com/videoplay?docid=-5256654485379198946

Friday, July 11, 2008

EL REGRESO DE FERNANDO VÍLCHEZ: DIARIO DE UN CORTOMETRAJISTA



Día 1: Parece aceite


En su libro El oficio de vivir, Cesare Pavese encuentra una definición delicada pero al mismo tiempo certera sobre ese momento en que, a nuestros ojos, todo confluye de manera asombrosa y brota eso que llamamos "creación artística”: La poesía comienza cuando un necio dice del mar: "Parece aceite". No se trata, en absoluto, de una más exacta descripción de la bonanza, sino del placer de haber descubierto la semejanza, del cosquilleo de una misteriosa relación, de la necesidad de gritar a los cuatro vientos que se ha notado. Pero resulta igualmente necio detenerse aquí. Iniciada así la poesía, es preciso acabarla y componer un rico relato de relaciones que equivalga hábilmente a un juicio de valor... Aunque no sé si esta sea de sus ideas más lúcidas (Pavese es pródigo en pensamientos profundos a pesar de su sencillez formal, además de tener una prosa muy elegante… ¿y acaso no es la sencillez el camino más elegante hacia la profundidad? No solamente en la escritura sino también en cosas tan disímiles a lo intelectual, como el diseño de un vestuario o la decoración de un estudio de televisión), decía, aunque quizá no sea una de sus ideas más lúcidas, presiento que Pavese acierta en lo siguiente:

En algún momento de nuestras vidas existen esos momentos de revelación en donde parece que uno ha realizado un “descubrimiento” novedoso sobre la naturaleza y este suceso inusitado se manifiesta, ya sea en un cosquilleo, o en esas ganas de gritar.

El cosquilleo de una misteriosa relación… esto es, precisamente, lo que he sentido meses atrás cuando surgió en alguna parte de mi cerebro la necesidad de hacer el cortometraje que ahora, después de mucho vacilar, voy a realizar.

Hace nueve meses este cortometraje fue concebido y, aunque la idea original se mantenga intocable, hubo excesivos vaivenes que modificaron, para bien o para mal, el guión inicial –en caso se pueda hablar de un guión-. Fue un corto que estuvo siempre a la espera, siempre bajo el riesgo de ser abortado.

Si no lo grabé entonces fue principalmente por los siguientes motivos:
a) Empecé un trabajo, asfixiante como todos, y que no me dio tiempo para pensar en hacer cortos ni gracias de ese tipo.
b) Decidí realizar viajes impostergables.
c) Fui víctima de inseguridad personal, miedo al ridículo y/o flojera.

Si decidí finalmente grabarlo ahora es por una sencilla razón: en Agosto parto a una larga estadía en Madrid, y no quisiera irme sin saldar mi cuenta personal con esa historia forjada desde hace buen tiempo (ya he dejado muchas cosas a la mitad en mi vida). Además, valgan verdades, me gustaría mucho llevarme ese corto conmigo a España, bajo el brazo.





“Quiero hacer un corto...” Ahí está una de las frases que más he oído decir en los últimos años a amistades, compañeros, extraños y, obviamente, a mí mismo. “Se me ocurrió un corto…” Cada vez que alguien la decía, se podía sentir la efervescencia que el estimulante ser en cuestión transpiraba. “¿Y si hacemos un corto?” Lógico. Nos resulta apasionante sentir ese cosquilleo: es la impresión de tener una buena idea, una imagen rescatable, algo qué mostrar, algo qué contar… Es ahí cuando nace la poesía.

Pero Pavese tiene razón en algo más: No basta con un “descubrimiento” para pensar que el trabajo ya está hecho. La entusiasta idea inicial de un proyecto artístico no garantiza que algo bueno saldrá. Iniciada la poesía, es preciso acabarla.

Digamos que a usted se le ocurrió hacer un cortometraje. Luego de pensarlo mucho, la idea no le parece del todo mala -incluso hasta puede que tenga algo rescatable, sino no se animaría a hacer el corto-; pero obviamente no basta con una aparente buena idea: hay que ir hasta el final, enriqueciéndola a cada momento. Quedarse en la buena idea y exhibirla sin más, sería necio, por decirlo suavemente. ¿Cuántos proyectos se han quedado en meras ideas? Buenas o malas, sencillas o complejas, pero ideas al fin. ¿Cuántas buenas ideas perdidas? Imposible saber, aunque nadie duda que las haya.

¿Y qué es de aquellas ideas que nos parecen de golpe suficientemente hermosas y no buscamos ya enriquecerlas, pues a nuestros ojos resultan plenas en sí mismas? ¿Cuántas veces la promesa de algo valioso se quedó en eso, en mera promesa? ¿Cuántas veces lo que nos pareció fascinante inicialmente nos resultó vergonzoso con el tiempo?

¿Alguien puede saber hasta cuándo vale la pena perseguir incesantemente una idea? ¿Y se puede saber hasta qué punto nuestras ideas necesitan revisión, una y otra vez?

Truffaut decía que mientras más se piensen las decisiones, mejor sale la película. Pero también se sabe que mucha reflexión conduce a la inacción.

Al final de 8 ½, luego de la apabullante conferencia de prensa, Guido decide no seguir más con su farsa de película. Acepta que no tiene nada interesante qué decir. En ese momento, el crítico que siempre lo acompaña no demora en felicitarlo y le dice que hace bien en renunciar, que es mejor no decir nada y evitarle así al mundo la molestia de ver las idioteces que se les ocurre a los “artistas”. ¿Será, entonces, verdad? Quizá es mejor abortar las ideas ridículas de plano -y en ese caso al fin encontraríamos una función útil para los críticos: que analicen las obras desde su concepción y no una vez terminadas, que haya un diálogo más fluido entre creador y crítico desde mucho antes que la obra sea finalizada-. Pero, vamos, realmente, ¿alguien lo haría? Bienaventurados los que no esperan nada de sus ideas.

Qué triste e inacabable cuestión la “creación artística"… En todo caso, si los plazos no se mueven, dentro de unos días grabaré un cortometraje. Aunque no es una súper producción, debo pensar en presupuesto, equipo técnico, plan de rodaje, locaciones. Debo pensar en las personas que estarán delante de las cámaras y en las que estarán detrás de ellas.

Estoy contra el tiempo; pero aún antes de sumergirme en esta vorágine que se viene en los próximos días, no dejo de pensar: ¿Valdrá la pena hacerlo? ¿Es necesario que este cortometraje exista? ¿Tendré algo nuevo que decir? ¿Qué pasará si resulta lamentable? ¿Adónde irán mis expectativas? ¿Adónde irán estas palabras?

De algo estoy seguro. Si no puedo contestar con firmeza a esas preguntas en las siguientes horas, todo saldrá mal.


Fernando Vílchez Rodríguez

La Cinefilia No Es Patriota



Tuesday, July 08, 2008

STRIP TEASE SADOMASOQUISTA

La Venganza de Alexandra (2002), de Rolf de Heer


Lo mejor está al principio. Sigilosos travellings. Amanecer. Pueblo a lo Blue Velvet, en el sentido de un misterio, que se abre y se esconde a la vez. Es seguro que si esa sensación se hubiese mantenido a lo largo de toda la película, estaríamos hablando de algo bien diferente. Además: cámara quieta que primero encuadra y que luego avanza hacia su objetivo. Recurso acertado pero insuficiente. Porque con un guión tan predeterminado expectación y sorpresa se diluyen.

En cuanto al tema. ¿Qué es lo que no funciona en este entre hábil y torpe strip tease sadomasoquista? Rolf de Heer pretende ser provocador, contando una historia dura pero apasionante, dando lecciones de moral, renovando el psicothriller, haciendo sentir bien a las espectadoras o a los espectadores ‘que se pongan del lado las mujeres’. ¿De veras logra todo eso? Veamos:

UNO. PROVOCADOR. Las ventajas comparativas de los hombres en la guerra de los sexos hace que sea popular entre los bien pensantes que el ‘macho copulador’ –que, simplificado el corazón, piense sobre todo en sexo- sea castigado de manera ejemplarizadora. Así puedes cantar, oh el macho inacansable que ve en la hembra trémula mero juguete de carne caliente + el macho que adora a la prole con un alto sentido de lo que es una ‘familia’. El discurso del director es bastante básico, tanto que apenas si necesito exagerarlo. El diseño de los personajes (ejemplo: ella, tan sumisa tanto tiempo, ergo deviene vengativa, cerebral, calculadora, guionista) es de una sola pieza. Abstracciones de sociólogo apurado. Clichés deslucidos. Esto queda algo disimulado por el eficiente trabajo de los actores.

DOS. HISTORIA DURA. Pobre tipo. Ver en señal cerrada a su mujer penetrada por otro lo destroza, pues alguien más posee su servicial juguetito privado. El sentido sagrado de la propiedad. Ego que sangra. Llora, grita. Patalea. Se emborracha. No se baña. Al final vemos que no hay evolución del personaje. No aprende ni jota de su ‘dolor’.

TRES. LECCIONES DE MORAL. Ninguna, Véngate y ya. Digamos que no hay mucha imaginación. La pequeña originalidad está en ver con algún nivel de detalle la materialización de la venganza, tipo reality. Castración emocional. Tu regalo de cumpleaños.

CUATRO. PSICOTHRILLER. Empieza, bien, a lo Hitchcock, o casi. Y muestra un mundo a lo Blue Velvet. La casa, super segura, luce como un fortín. El problema. La película se desnuda resultando ser de tesis. La posición del marido es la del espectador. No tiene escapatoria. Tiene que ver lo que tal vez o de seguro no quiere ver. Ni escuchar. Como denuncia se agota rápido. Como análisis es muy limitado. Como tesis, orilla la estupidez. Director moralista del ojo por ojo, conceptualmente me enseña sus dientes de leche.

CINCO. ESPECTADORA. O espectador, digamos feminista. Go-za-tu-ven-gan-za. Sería un error creer que las verdaderas feministas puedan sentirse gratificadas con semejante película. Cuál será la utilidad práctica de semejante sesión de tortura (fuera de la obvia). Alguien como Bruno Dumont nos diría que no hay diferencia entre el conflicto que se da entre un hombre y una mujer y el de la guerra entre Israel y Palestina, porque detrás de las dos está el deseo.

SEIS. CONCLUSIÓN. Película hecha para que las amas de casa y similares se sientan contentas, como en las más tontas telenovelas. El malo es tan malo (y egoísta y bruto), la que sufre sufre tanto, la venganza es de lo más vengativa. El uso del televisor con un solo canal y con un solo programa (que podría llamarse: ‘ahora te toca sufrir a ti’) no es un recurso revolucionario ni mucho menos. No aporta soluciones, no replantea el problema, es solo un consuelo, y además un sacudón, que cuesta lo que cuesta la entrada al cine. La película tiene la trascendencia de una patada en los testículos. El problema son sus afanes de presentarse como justiciera, que pone las cosas en su lugar, dura, provocadora, necesaria. Nada que ver. Solo es efectista y oportunista. Con saborcillo a reality. Infantil, nada adulta. El personaje de la mujer parece la madre o tal vez a tía de la protagonista de Hard Candy. Nada más.

Algunos críticos piensan mal de Michael Haneke. Afirman que es un autoritario manipulador aunque defienda causas justas. Aunque sí analice con auténtico rigor. No quiero ni pensar lo que piensan de Rolf de Heer.

Mario Castro Cobos

La Cinefilia No Es Patriota

Otro texto complementario sobre la película:

http://lacinefilianoespatriota.blogspot.com/2007/12/alexandras-project-de-rolf-de-heer.html

Monday, July 07, 2008

REVISTA GODARD! ESTRENA NÚMERO DIECISÉIS


Contenido: Especial del Murciélago + Ensayo Christopher Nolan + Informe BAFICI 2008 + Críticas de Cartelera + Ennio Morricone en Concierto + Centenario Jules Dassin + Filmografía de David Lean + Centenario James Stewart + Entrevista a Jorge Vignati + Kon Ichikawa + Robert Crumb = godard! 16.
No te contengas, apresúrate y cómprala en: Wong, Metro, Tottus, Zeta Bookstore, El Crisol, Casa Tomada, La Familia, Época, El Virrey, La Casa Verde, Contracultura, Relayse Book, Café Britt, Librería de la PUCP.
También en: Drugstore Video y en El Cinematógrafo de Barranco (Pérez Roca 196- Altura 4 Av. San Martín – Barranco).


La Cinefilia No Es Patriota

Sunday, July 06, 2008

VANGUARDIA, MEJOR QUE RETAGUARDIA

Hay en el cine una virulencia, un poder de subversión de las proporciones y de las jerarquías, un poder de subversión lógica que Raúl Ruiz pone en acción implacablemente, sin remordimiento, sin nunca plantearse la pregunta de saber si será seguido, si el público comprenderá, si incluso habrá para eso un público, si incluso el film será exhibido. No ya que no desee que sus films sean vistos y apreciados, sino que él sabe que nada debe retardarlo, hacerlo flaquear, distraerlo de su voluntad corruptora, ni siquiera y menos que nada la esperanza de una “comunicación” con el público, la esperanza de feed-back, esa plaga de nuestro tiempo.
Pascale Bonitzer, acerca de Raúl Ruiz.

El cine como arte aún no ha nacido (…) El futuro del cine depende de la posibilidad de que a él se dediquen las personas que aman a la Literatura por encima de todo.

Aleksandr Sokurov.


Atom Egoyan tiene una lista de cosas que lo atraen a un proyecto:

-Complejidad.
-Agendas conflictivas.
-Gente diferente tratando de presentar una versión de la realidad.
-Una historia oculta.
-Cómo la gente sobrelleva los traumas.
-La necesidad de crear y construir personalidades.


Yo no tengo nada que hacer con la comunidad fílmica en Budapest. No les gusto, porque no hago films convencionales. No puedo hablar con ellos acerca de films, porque vivo y pienso de manera diferente. Ellos son filmmakers y yo no. Yo no sé lo que soy.

Béla Tarr.




La Cinefilia No Es Patriota




Werckmeister Harmonies (2000), de Béla Tarr