LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA

DEDICADO AL CINE PERUANO QUE AÚN NO EXISTE

Friday, August 31, 2007

VER O NO VER. CAPÍTULO 4.



El afiche sobre este texto me sugiere la condición esencialmente desgarrada de los llamados años formativos: la infancia, la adolescencia.

Esta muestra dará un paseo por el goce y el dolor de esos años que algunos se esfuerzan en olvidar o negar.

Se trata de películas comprometidas profundamente con su tema; capaces de mostrar lo que "las buenas conciencias" desearían esconder, por temor y por cobardía, rasgos típicos de la adultez y del pacto social.


Esperamos que se atrevan a verlas, y recuperen algo de ustedes mismos. Para eso era el cine. Si lo olvidaron.


LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA

Monday, August 27, 2007

EL CINE FEMINISTA EN...



EL CAMP LÉSBICO Y EL CINE FEMINISTA CONVERGEN EN
MEJOR QUE CHOCOLATE
Fiona Meyer Cook*
Título original: Better than chocolate
País y año: Canadá, 1999
Directora: Anne Wheeler
Guión: Peggy Thompson
Género: Comedia romántica
Reparto:
Karyn Dwyer - Maggie
Christina Cox - Kim
Peter Outerbridge - Judy
Wendy Crewson - Lila -Mother
Anne-Marie MacDonald - Frances



La película Mejor que Chocolate de la directora canadiense Anne Wheeler enfatiza el poder de la amistad y el amor entre mujeres en una celebración de la diversidad. Numerosas sub-tramas llenan el paisaje. Es, al mismo tiempo, una historia de salida del armario; un relato sobre la relación madre-hija; y la historia de mujeres con diversas experiencias de vida e identidades de género que encuentran un espacio común y la solidaridad al enfrentarse a la adversidad.

Fiel a la cinematografía feminista, las películas de Wheeler a menudo se enfocan en las opciones de las mujeres y las amistades y relaciones entre mujeres, usando las relaciones como puentes para atravesar barreras intergeneracionales, de clase o etnocéntricas. A diferencia de las películas típicas de Hollywood, en Mejor que Chocolate, la acción gira en torno a las elecciones que hacen los personajes y su travesía hacia la comprensión de sí mismas y de otras mujeres, y, por último, hacia el compromiso por liberarse a sí mismas.

Mejor que Chocolate contiene un mensaje social vinculado a la celebración de la diversidad y la emancipación de las normas sociales y de género que restringen nuestras verdaderas voces o deseos en la vida. También tiene una trama con contenido social: tiene como trasfondo la lucha real emprendida por la librería Little Sisters de Vancouver contra la censura impuesta por la aduana canadiense. En la vida real, desde 1987 en adelante, la oficina de aduanas ha confiscado miles de libros destinados a la librería Little Sisters, incluyendo trabajos de Oscar Wilde, Jane Rule, Andrea Dworkin, Jean Genet, Nancy Friday, bell hooks, Allan Ginsberg, etc. Producto de un crimen de odio, la librería fue objeto de un atentado con una bomba incendiaria, y ha estado involucrada en un largo proceso judicial contra la discriminación estructural y la censura.

El hecho de que dos de los personajes principales de la película – Maggie (Karyn Dwyer) y Frances (Anne-Marie MacDonald) - trabajen en la librería, agrega un énfasis adicional al postulado de que lo personal es político. Aunque la película aborda la injusticia y la discriminación, es, sobre todo, una película sobre atreverse a seguir las propias pasiones verdaderas en la vida.


Los personajes

La película empieza con una protagonista central, Maggie, recibiendo la inesperada y prolongada visita de su madre y su hermano menor, quienes aún no saben que ella es lesbiana, ni que ha dejado la universidad para dedicarse a su pasión por la escritura. Sin embargo, la película rápidamente de-centra a la única protagonista, enfocándose en las travesías y relaciones paralelas de cuatro parejas de mujeres:











La primera de éstas es la relación entre Maggie y Kim, dos jóvenes lesbianas enamoradas. De igual importancia es la relación cómica, sin dejar de ser sensible, entre la madre de Maggie, una ama de casa heterosexual que acaba de dejar a su esposo, y Judy, una artista transgénero que trabaja en un club LGBT local.

Las interpretaciones de la experimentada actriz canadiense, Wendy Crewson (como Lila, la madre de Maggie), y Peter Outerbridge (como Judy) son magníficas. Es difícil de creer que éste fue el primer papel de Outerbridge como persona transgénero. Generalmente, él interpreta papeles rudos, masculinos, a lo James Dean. Su interpretación de la canción “I’m not a fucking drag queen: my tender transgender Heart” (No soy una jodida travesti: mi tierno corazón transgénero) en el night club, es brillante. El hecho de que Lila no se percate de que Judy es transgénero hasta muy avanzada la película, da pie a una maravillosa y juguetona teatralización.

Como tramas menores, está la relación de salida del armario entre Maggie y su madre, la cual tiene el mérito de ampliar la salida del armario para incluir otras dimensiones, más allá de la preferencia sexual. Y finalmente, está la relación entre Judy y Frances, quienes trabajan en la librería, y que sirve como relación auxiliar, por momentos acercándose al camp lésbico, si tal cosa existe.


Cuando el cine feminista y el camp lésbico – si tal cosa existe – convergen

El término camp generalmente se usa para describir la parodia queer o el humor performativo subversivo. Se le ha asociado típicamente a los hombres gay o a las personas transgénero de hombre a mujer, como una exageración abierta de las características femeninas estereotípicas o una actitud o estado de ánimo exagerados. Una persona que usa el camp intencionalmente se ríe de sí misma, y ese humor puede ser usado para debilitar la credibilidad de las generalizaciones. Aunque el camp es empleado como broma, también se basa en la inversión de la opresión o en darle la vuelta, de tal forma que en vez de que otra persona se burle, por ejemplo, del amaneramiento gay o la expresión transgénero, el artista de camp domina el estereotipo como un rol, le resta validez a través del absurdo, al mismo tiempo que mantiene la capacidad para distanciarse a voluntad.

Puede ser una forma de recuperar una especie de poder, en tanto expone de manera adrede, al menos en el caso del género, la jocosidad de ciertas marcas socialmente atribuidas. Susan Sontag se refiere al camp como un modo de representar a la cultura entre comillas:

El camp ve todo entre comillas. No es una lámpara, sino una “lámpara”, no una mujer, sino una “mujer”. Percibir el camp en objetos y personas es comprender la Existencia-como-si-Interpretara-un-Rol. Es la extensión más amplia, en la sensibilidad, de la metáfora de la vida como teatro.

Por cierto, las interpretaciones en el night club por Maggie y Judy son bastante camp. Pero éstas son más típicas del camp gay o transgénero. ¿Cómo sería el camp lésbico, si es que existe? El humor de Mae West ha sido descrito como un tipo de camp feminista, pero se ha escrito muy poco sobre el camp lésbico per se.

Si existe algo que pueda llamarse “camp lésbico”, la actuación de Anne-Marie MacDonald como Frances, al parodiar la infausta división entre lesbianas y personas transgénero hombre-a-mujer, se le acerca mucho. MacDonald, la única actriz públicamente lesbiana de la película, exhibió una actitud muy al estilo camp al llevar gruesos lentes oscuros, corte de pelo masculino y torpemente trataba de evitar, y sin embargo, sentía curiosidad por la atracción de Judy hacia ella. Representó el papel de una manera deliberadamente exagerada y fingida. Hizo una parodia de su propia transfobia, haciendo que nos riamos tanto de ella como de esa parte de ella que existe en muchas personas. La interpretación camp subvierte la transfobia que aún existe en los círculos lésbicos, en tanto lo representa como ridículo. Es un buen ejemplo del uso del camp, tanto para fines políticos como críticos.

De manera similar, empleando un humor camp paródico, es gracioso cuando Frances reconoce a una de las agentes de aduana encargada de confiscar los libros, por haberla visto en uno de los clubes de lesbianas. La transformación de Frances, de ser una persona generalmente tímida, reservada, un ratón de biblioteca, a lesbiana furiosa totalmente desinhibida, en un momento en que se necesitaba ese tipo de fuerza, es hilarante. La escena en su conjunto muestra la construcción social detrás de los roles que la gente asume, señalando cuan fácilmente la gente puede convertirse en esos roles, y también más adelante, cómo pueden subvertirlos a través del protagonismo y la elección individual.

Lilia, la madre de Maggie a menudo es objeto de humor. En tanto es la única mujer heterosexual tradicional, sirve como contrapunto. Gran parte del humor en la película surge de lo impredecible o aparentemente mala conjugación de personajes en la película. Ella actúa con un estilo de ingenuidad deliberadamente extravagante, satirizando una norma social que, de manera estereotípica, representa a las mujeres casadas que han dejado de lado sus propias vidas/carreras/intereses para criar a sus hijos, como ignorantes de sus propias zonas de placer y menos conocedoras aún sobre temas transgenéricos. Su falta de conocimiento es presentada cómicamente y sirve para señalar el paradigma de las vidas no realizadas de las mujeres como objeto de crítica.

Aunque los personajes enfrentan obstáculos muy graves y opciones difíciles en sus vidas, estas situaciones están intercaladas de humor con una lente feminista a todo lo largo, manteniendo conectadas las líneas de la historia.











Mejor que chocolate tiene a su crédito el incluir una buena parte de estética LGBT. El arte y la cultura performativa son una gran parte de la vida cultural LGBT. Desde las representaciones en vivo en el club por Maggie, Judy y otras/os, a la performance posmoderna, de arte-realidad con un bloque de hielo derritiéndose por parte de Maggie en la librería, mientras espera la visita de la Aduana Canadiense, a la gran escena de pintura corporal entre Maggie y Kim en su casa, son elementos que hacen más estimulante a la película.

Mejor que chocolate ganó el Premio del Público Millivres Multimedia para la Película más Popular en el Festival de Cine Gay y Lésbico de Londres en 1999, así como el Premio del Público a Mejor Largometraje en Inside Out, el Festival de Cine Lésbico y Gay de Toronto en 1999. También obtuvo el Premio del Público en el Festival de Cine Lésbico y Gay de Filadelfia y fue nominada al premio a los medios de GLAAD.


Otras películas dirigidas por Anne Wheeler

Wheeler ha sido una prolífica escritora, directora y productora durante los último 30 años. Entre sus numerosos trabajos se encuentran:

Loyalties (1985) – Trata sobre la relación dramática y cargada de emociones entre una mujer británica de clase alta y una ama de llaves indígena, enfatizando el poder de la amistad entre mujeres que se enfrentan al sufrimiento y la adversidad, un tema recurrente en muchas de las películas de Wheeler. Loyalties obtuvo muchos premios en festivales de cine en los Estados Unidos, Portugal y Francia.

Bye Bye Blues (1989) – Narra la historia de Daisy, una joven esposa y madre que regresa a su hogar en las praderas luego de que su esposo es destacado a Singapur. Cuando su esposo es capturado por los japoneses, Daisy se une como cantante a una banda itinerante de danza, a fin de mantener a su familia, y empieza a encontrar seguridad en sí misma como persona plenamente realizada. Obtuvo reconocimiento internacional y fue un éxito de taquilla. Recibió tres premios Genie.

The Diviners (1993) (basada en una historia de Margaret Lawrence) – Fue bien recibida y obtuvo el Premio Géminis para Mejor Largometraje Hecho para la Televisión y el Premio Genie para Mejor Película de la Semana.

The War between Us (1994) – Trata sobre los campos de reclusión de japoneses-canadienses en Columbia Británica durante la Segunda Guerra Mundial. La película se centra en la relación entre una mujer canadiense blanca que vive en el pueblo donde se levanta el campo y una mujer japonesa-canadiense cuya familia es despojada de sus medios de subsistencia y de sus bienes y es obligada a vivir en el campo de reclusión. Nuevamente entran en juego los temas característicos de Wheeler en esta exitosa película que recibió varios premios internacionales – entre ellos, el Premio Especial del Jurado del Festival de Cine de Houston, el Premio de la Cruz Roja a la Humanidad, el Premio de los Críticos tanto en el Festival de Montecarlo como en el de Charleston en Virginia Occidental, así como el Premio de Cable Ace para Mejor Programación Extranjera en los Estados Unidos.

Por su contribución al cine canadiense, Anne Wheeler obtuvo doctorados honorarios de seis universidades canadienses, un gran número de premios cinematográficos y es Oficial de la Orden de Canadá.


El caso judicial de la librería Little Sisters

En caso de que se estén preguntando qué sucedió en la vida real respecto al caso judicial que sirvió de trasfondo para la película: la librería Little Sisters sostuvo un juicio de diez años entre 1986 y 1997. Para recaudar fondos para cubrir los costos procesales, Little Sisters publicó un libro titulado Forbidden Pasages (Pasajes Prohibidos). Este libro contenía extractos de libros que la Aduana había prohibido que ingresen al Canadá.

Aunque Little Sisters perdió el juicio en varias de las salas menores, cuando el caso fue finalmente llevado a la Corte Suprema en el 2000, la Corte sentenció que la importadora ya no tendía que probar que los materiales no eran obscenos; más bien, la ley fue cambiada y estableció que recaía sobre el gobierno probar que los materiales que confiscaran fueran obscenos. Más aún, se les ordenó corregir los serios problemas sistémicos dentro de su burocracia. También ordenó que el Gobierno Federal cubra los costos judiciales incurridos por Little Sisters. Aerlyn Weissman escribió y produjo un documental sobre esta batalla legal, titulado Little Sisters vs. Big Brother (Vancouver, B.C., Homeboys Productions, 2002).

Sin embargo, en un vuelco terrible, la Aduana Canadiense continuó confiscando más libros, llevando a que Little Sisters inicie nuevos juicios en el 2002 y 2005. Además, aún no han reembolsado los costos judiciales pasados, según ordenó la Corte Suprema.

En el 2005, la defensa de Little Sisters solicitó al juez que establezca que la Aduana Canadiense no sólo tiene la responsabilidad de probar que los libros son obscenos, sino también de probar que los “serios problemas sistémicos” que fueron identificados por la Corte Suprema del Canadá, han sido abordados. Frente a los altos costos judiciales, el asunto de recaudar fondos se convirtió en un asunto crítico. Little Sisters solicitó al juez que emita una orden para “Costos por Adelantado”. Éste es un tipo de financiamiento ordenado por la Corte rara vez empleado, que permite que aquellos que no cuentan con fondos suficientes puedan entablar un juicio contra el gobierno.

En enero del 2006, la Corte de Apelaciones dictaminó que la librería no reunía los criterios para obtener costos por adelantado. Por tanto, la librería ahora tiene una sustancial cuenta judicial pendiente y enfrenta la necesidad de recaudar alrededor de medio millón de dólares si desea continuar. Mientras tanto, la Aduana Canadiense continúa libre de una revisión judicial, una revisión parlamentaria o cualquier foro en el cual tengan que mostrar a los canadienses que los “serios problemas sistémicos” que fueron observados en el caso original, hallan sido corregidos. Según Little Sisters, “la Aduana tiene la responsabilidad de revelar cómo y qué han cambiado para resolver los problemas, sin embargo, no tienen que rendir cuentas a nadie”. Y esto ocurre en un país que ha legalizado el matrimonio gay y la adopción gay.


Traducido por: N. Jitsuya
Notas:

Nota de la traductora: No hay un término en castellano que haga justicia al concepto de camp. Para una explicación de este concepto y las características de la estética camp, ver más adelante bajo el subtítulo “Cuando el cine feminista y el camp lésbico – si tal cosa existe – convergen”.
LGBT se refiere a lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, transgénero.
Fuente: http://www.annewheeler.com/
Síntesis de la información contenida en:
http://www.littlesistersbookstore.com/index_court.html

*Fiona Meyer Cook fue integrante-fundadora del proyecto de Cine-Debate Cinemeras, de GALF, en Lima-Perú. Ha publicado artículos sobre la intersección de múltiples formas de discriminación hacia las personas de doble-espíritu de los Pueblos Originarios. Actualmente vive en el Canadá.

Anexo del Editor: (O datos de Wikipedia). En algunas sociedades, los chamanes consiguen la identidad de dos espíritus si asumen el vestido y las cualidades del sexo opuesto a una edad temprana, por ejemplo, el hombre que toma el papel de esposa. Esta práctica es común, y se ha encontrado entre los chukchies, dyak del mar, patagonios, araucanos, arapahoes, cheyennes, navajos, pawnees, lakotas y utes, así como muchas otras tribus americanas. De hecho, este doble espíritu chamán está tan extendido que sugiere una práctica muy antigua (1,2).

1. ↑ José Campbell, en el Atlas histórico de la mitología del mundo: Vol. I: El camino a los poderes de los animales: Parte 2: tales chamanes del doble espíritu son especialmente poderosos, y el chamanismo ser tan importante para las poblaciones ancestrales que pudo haber contribuido al mantenimiento de genes de individuos transexuales.

2. ↑ E.O. Wilson, Sociobiología: se respetan y se buscan en sus tribus, pues traerán gran bienestar a sus compañeros.

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Thursday, August 16, 2007

EL SISMO - ÚLTIMA CRÓNICA

1

Para tener temas de conversación hay que asistir al Festival de cine. Para hablar del Festival de cine hay que regresar al Centro Cultural. Para regresar a esa cuna de todo el saber hay que poner buena cara y mantener la serenidad. No importa que haya que entrar al edificio y descubrir que, vaya, la persona que ahí dicta Apreciación Cinematográfica es Sandrito, director de discutida película, amigo tuyo de siempre según todos -y a quien hasta ese momento en realidad has visto dos veces en la vida-. No importa que una vez llegados a la Sala de Prensa descubras, oh sorpresa, que uno de los ya acreditados para tu página, con el permiso de sabe Dios quién, es Alberto, omnipresente personaje en cuanta función gratuita de cine ocurra, poeta y crítico que quizás se describiría a sí mismo como “espécimen no neonato de la parafernalia carnavalesca que significa el Encuentro cinemero en mención”. Tampoco importa que veas el spot del Festival y descubras que, como estrella del evento, en medio de localísimas estrellas de cine, aparezca el cocinero que recicla chicharrones con camote y cautiva a los parroquianos de siete tenedores. De veras, nada importa excepto saber qué películas se podrán ver este año. Para ti, el Festival tiene dos motivaciones y dos nada más: Uno, las películas –largos, documentales, cortos, funciones especiales y hasta películas peruanas-; y dos, los posibles encuentros con cineastas, productores, críticos y cuanta gente tenga un discurso interesante qué decir. El resto, incluso los premios por venir, no significarán nada en poco tiempo. Más severo que tú, a Mario no le cuadra regresar a la Católica y escuchar los ensayados chistes de Edgar. Tú prefieres cerrar los ojos y recitar parafraseando Festival de Lima, / dos veces me senté en tu sala azul / para mirar mi vida. / Para mirar mi vida / y no por contemplarte, / porque necesitamos menos belleza, Alicia, / y más sabiduría.
2
Las funciones de prensa son una monada. Termina una película y siete señores se detienen en la puerta a sentenciar un film. Hamaca paraguaya es atacada por varios flancos. “Se me cayó”, “pretenciosa”, “falsa”. Muchos salen con rostros de estreñimiento. En cambio a ti te gustó mucho y tratas de defenderla de manera balbuceante. Al rato detienes tu perorata: te enteras que a Ricardo, gurú de la crítica local, también le ha gustado. Basta que a él le guste una película para que la mitad de esa sala cambie su opinión antes que puedas decir mil nubes de paz cercan el cielo, amor, jamás acabarás de ser amor. Tu esfuerzo, pobre pero honrado, puede descansar por ahora. Sales caminando y revisas qué películas se proyectarán: No es que te entusiasmes, tampoco te decepcionas. La verdad, solamente te interesan tres películas: Stellet Licht, de Carlos, La soledad, de Jaime y Le petit lieutenant, de Xavier. Hace mucho rato la difusión del cine más atractivo del mundo no pasa por los centros culturales ni por el propio Festival, sino por la inacabable selección criterio collection que se encuentran en los puestos de Polvos Azules: Hsiao-hsien, Víctor, Abbas, Krzysztof, Takeshi, Mikio, Ming-liang, Stephen y Timothy, Jean-Luc, Satyajit, Theodoros, Leos, Claude, Lars, y amplia filmografía de Yasujiro, Ingmar, Michelangelo, Jean, Carl Theodor, Rainer Werner, los David, Alfred, Akira, Eric, John, Orson, Andrei entre otras extrañezas son los nombres que cualquiera puede conseguir para realizar, sin mucho aspaviento, en su salita privada, el mejor Festival que esta ciudad jamás tendrá.
3
Rodrigo está agotado. En dos días lleva medio paquete de tabaco consumido y no deja de rolear el siguiente cigarrillo. El cine latinoamericano le ha causado dolores de cabeza. ¿Qué está sucediendo?, alza la mirada. Tú le cuentas que en el Festival local hay un problema con las personas que seleccionan las películas, que pareciera que hay unas señoras ahí metidas con suficiente poder de decisión. Así como existe la categoría Ficción, Ópera prima y Documental, Pablo sugiere crear la categoría Señoras. Rodrigo levanta los hombres y dice que todo lo que ha visto hasta ahora pertenece a la categoría Señoras. ¿Qué está sucediendo? Arman una idea: basarse en el Festival de Cine Independiente de Barcelona, pocas películas, quizá no más de diez en competencia, quizá no en el rubro “independientes” pero de trascendencia a nivel mundial. Que el trofeo cobre peso. Un evento más pequeño pero mejor, y una retrospectiva amplia de un cineasta importante en la actualidad. Que las señoras se queden en la Sala Azul (¿alguna institución interesada?) Martin bebe tranquilo. Para él, ex jurado en el Festival de Rotterdam, agotarse al ver muchas películas es natural. Asegura que, aquella vez en las Europas, no más de cuatro o cinco películas valían la pena de ser premiadas, y Rotterdam, sabemos, no es Lima. Incluso algunas premiadas entonces le parecieron reprobables. Fuera de eso, en una mesa de cineastas nadie habla de cine. Conversan sobre la fiesta de anoche, sobre el cocinero japonés que es leyenda mundial y vive aquí, sobre la fiesta de esta noche y sobre la incalculable cantidad de cigarros que se fuma Klaus por minuto. Al final, regresan al cine y comentan la muerte de I y de M. Hablan del cine sueco y tú les comentas de un director, Roy, que ganó la Palma el 2000 con una película que empieza con unos versos de Vallejo. “¿Se apellidá Anderson? ¿Otro Anderson más?”, pregunta Pablo. Andersson, corriges. Rodrigo sentencia: “Si te apellidás Anderson, de frente salís y hacés cine, no tenés más.”
4
Klaus no sólo fuma demasiado. Además tiene el récord de regresar a su hogar solamente por tres semanas al año. El resto del año se rompe el lomo, pobre, asistiendo a Festivales. Klaus se reúne con Juan José y los amigos críticos de cine y les pide que respeten a Pancho. Pancho no olvida que además de cineasta es dirigente deportivo, así que se reúne con Jorge, ex técnico del Sporting Cristal, en la renovada cafetería del Festival, mientras que Juan Carlos, actual técnico del equipo mencionado, sufre para no perder la categoría. Con su diplomacia característica, Emilio expresa su desazón por el fin del blog que tanto astigmatismo te ha costado. Mientras, descubres que tu coeditor, después de semanas de sequía, prefiere publicar una crítica en otra página antes que en la de ustedes. Alicia dirige el área de Prensa y hacia ella van los periodistas para preguntarle por qué la credencial de prensa no servirá para el ingreso a las salas. Una muchacha de la organización alza la vista y dice que ella ha estado en Cannes y ha hecho su cola y pagado sus tickets y no entiende estas gollerías locales. María José te llama por teléfono: He visto una sección de Boxeo en el diario del Festival, ¿qué te parece la siguiente idea…? La felicitas y piensas que los jóvenes tienen un entusiasmo aún por descubrir. Paul Thomas ganó el Oso de Berlín y dijo que el cine era un arte para jóvenes. Según muchos dicen, la película de Augusto es una confirmación de esta cita. Luis Carlos pasea con una camarita por todos los pisos. “Te vas a convertir en el siguiente Polizonte si sigues así”, le dices. Él cruza los dedos y, esperanzado, te responde: “pucha, ojalá”.
5
A Ramos no termina de gustarle el cine. Este ambiente de Festival no ha ayudado. Las películas son realmente olvidables, incluidas las argentinas. Vaya delegación, la argentina: Ariel les ha metido el dedo a los alemanes; Ana está en el límite justo de la autoayuda y la simpatía; y Carlitos se vislumbra como futuro realizador de comerciales en la selva, tipo café Altomayo. Si Argentina tiene su película sobre el Diego, Brasil saca su postal con Pelé. El año en que mis padres se fueron de vacaciones es la obligada versión anual de la dictadura que se exhibe en el Festival. Diego deja de promover detergentes para postular por partida doble al Spondylus a Mejor Actor, pero perderá ese rubro contra Julio quien, una vez más, no ha venido a Lima, para sempiterna decepción de su club de fans. Abres un libro con fotos de películas y a Ramos le brillan los ojos. “¿Lista?”, le preguntas. “¡Ya!”, se ríe. Empiezas:
- Kurosawa.
- No.
- Al Pacino.
- Me suena… ¿El que hace de mafioso?
- Sí. Casablanca.
- No.
- Chaplin.
- Mmmm… Espérate… Creo que La quimera de oro se llamaba su película, ¿no?
- ¡Ese mismo! Ahora, la decisiva, ¿lista?
- A ver.
- Hitchcock.
- ¡Sí! Me compré un libro de él además.
Se pone feliz y te da un beso. Rodrigo y Martin le estiran la mano pero ella prefiere no saludarlos sino de lejos. No le simpatizan los cineastas y a cambio de acompañarte al cine, tú entras feliz a las clases de Derecho Penal que le dicta César, el más prestigioso abogado de la mafia, en la de Lima. Lo puedes manejar y ella también. Pero esta vez ella está asustada: ha entrado contigo a ver una película de más de ciento cuarenta minutos, el tiempo justo que le conceden en casa para salir a pasear. Ella, inquieta, se entera de la duración, pregunta si hay entradas para otro momento, mira la primera escena (es un cielo estrellado que avanza hacia un amanecer) y luego parte del cine sin importarle que todo el mundo haya estado matando por esa misma entrada. Quieres ahorcar a alguien.
6
Las estrellas reaparecen en el cielo y termina la proyección de Stellet Licht. Sin embargo, la sensación de plenitud que uno ha podido alcanzar con la toma final se rompe por la voz de Enrique, aka Chobi, voluptuoso crítico de cine que, aún con las luces apagadas, no duda en romper el silencio cósmico vociferando para toda la sala: “¡Pero si eso es Ordet, es purito Ordet!”. Te dan ganas de meterle un lapo. Arruinarle a uno así la sensibilidad debería estar castigado penalmente y buscas a Ramos con la mirada. Sin embargo, no está. Sólo ves Enrique y más Enrique. César, joven promesa de la crítica, confirma que en las funciones de prensa no es novedad escuchar gritos, frases, palabras sueltas o cualquier otro tipo de ruido nacido de las entrañas del buen señor. Guayo, productor de una-comedia-peruana, recuerda que Enrique se rió como nadie durante la proyección de esa-comedia-peruana. “Y, luego, claro, la hizo trizas en su columna”, añade el producer. Igual, sales emocionado de la proyección y por ahí vislumbras a Salomón. Te dan ganas de acercarte para preguntarle qué pasó con las proyecciones de medianoche y las funciones de a sol que prometió cuando la Filmoteca se convirtió en la Filmoteca PUCP. A la izquierda, encuentras a Ramos tomando un helado: “Mira”, te dice y no te queda sino mirar qué se trae, mientras le anuncias que nunca más desperdiciarás una entrada de esa manera. Te interrumpe mostrándote los libros que ha comprado. Las palabras se mezclan: Constitucional, Civil, Plebiscito, Jurídica, Perú, Decretos, Sociedad. Al final con una sonrisa enorme, te muestra el último libro: “¿Este es el que acaba de morir, no?”. El título dice: Para mí, hacer una película es vivir. “Te lo he dedicado”, dice mientras te abraza fuerte. Jo, cómo no quererla. Arriba, las estrellas aparecen.
7
Exceptuando las películas de Lucrecia y de Lisandro, Carlos no se entusiasma por el cine argentino. Tampoco se entusiasma por haber ganado en Cannes. Es un poco más de lo mismo, mira al suelo, solamente que a otro nivel, pueden haber personas que has admirado y cuando los ves de cerca te decepcionan. Bebe una cerveza. A su lado siempre está Natalia, novia de Carlos y editora de su película. ¿Es verdad que la última película de Béla es decepcionante? Para nada, cabrón; cuando aparecen los personajes sí la película como que pierde, pero tiene unas tomas hermosísimas, de seguro te van a gustar mucho. El niño Gabriel es amigo de la pareja, los conoció en Europa, fue testigo de cómo la película casi no llega a tiempo para Cannes y tiene su nombre en los agradecimientos del film. ¿Han visto mi afiche? ¿Qué bonito, no? En efecto, hasta en el concepto del afiche la película de Carlos toma una enorme distancia del resto. Y lo sabe. En la Sala Azul, Melania lee en un papel el nombre del director, sus películas anteriores y le da pase. Carlos presenta su película en la Sala Azul y luego sale para esperar al público. Con Batalla en el cielo salían furiosos, veamos qué pasa ahora. Dos horas y media después, los espectadores empiezan a salir pero por la puerta que da hacia la calle. Carlos se los ha perdido y reniega un poco. Quiere el contacto, la conversación directa con quienes han visto lo que ha hecho. Si pudiera, quizás haría una encuesta. Más tarde, en la fiesta, Edgar, dominador de todas las escenas, se acerca, lo abraza, le bromea diciendo que su película es malísima –no tan mala como la basura de Los muertos pero muy mala al fin- y si el Festival la programa es porque entiende que es importante. Carlos le agradece la sinceridad. Al poco rato, Natalia y él toman un taxi hacia el hotel. Antes de despedirse, sigue contando detalles sobre la película. Así es como te enteras el verdadero nombre del perro de la película: Ollanta. Ansioso, te acuestas pensando en ver de nuevo esa película y escribir sobre ella tu último texto en esta página.
8
Aldo ha hecho un spot que refleja perfectamente la mirada que tiene la organización sobre su propio festival: un encuentro interbarrial donde los vecinos olvidan sus austeridades al ver una escena donde sobra el romance melcocha. Eso es lo que muchos de adentro quieren que sea el Festival, eso y sólo eso y no, pues, no puede ser solamente eso. Hasta Pancho defendió la película de Lisandro en su momento, mira tú, sino no se exhibía. ¿Qué es el Festival? Se arma un escándalo por el afiche racista. ¿Qué hace Luppi en la fila y no un peruano? Momento, ¿es Luppi o Blume? ¿Y qué hace el cholo a espaldas del director de Diarios de Motocicleta? ¿Lo bolsiquea? ¿Revende entradas? ¿Entró a ver La gran sangre para encontrar las vivencias que no encontró el año pasado en Madeinusa? Más allá de inexactitudes, Alfredo da en el clavo: la imagen del afiche es discriminatoria. Punto. No hay floros, excusas, justificaciones. Edgar está molesto porque nadie valora las proyecciones de Oxfam, donde se impulsa la justicia social y esas cosas y en cambio acusan de racista a su festival. Gabriel Q se extraña que tú no comentes el tema en tu página. El mismo Gabriel Q que te había dicho que los textos personales, esas crónicas o esa entrevista a Luis Carlos no tenían sentido en una página seria... para luego, oh, vaya, públicamente, resultaba que tus textos sí tenían sentido, que contribuían al cine. El mismo Gabriel Q que te felicitó por cuadrar a Óscar, el que apeló al pacto de honor para exigir a su página no comentar las películas que Gabriel & Co quisieran libremente comentar. ¿Ahora viene a pedirte que te unas a la recolección de firmas antiafiche y si no tocas el tema es que te has vuelto frívolo? Kiai!!! Golpe de karate do. El único que te puede exigir que escribas un texto es tu coeditor (y él parece haber tomado interminables vacaciones), nadie más. En el afiche, el único que parece mirar al cholo es Fernando, pero más por una cuestión de estrabismo. Antes que acabe el día te encuentras con un suceso más delicioso aún. En la entrada de la película de Raúl, se lee un cartel que dice: Estimados señores: Les informamos que la película Tres tristes tigres que se exhibe hoy en la sala 7, aparentemente tiene un sonido defectuoso. La verdad no es así, el sonido se ha puesto adrede así por el Director de la película (es un “artista”), por favor entender que no es defecto de la proyección ni de la sala. Gracias por su comprensión. Atentamente, La Administración. Por la reputa madre.
9
Alberto, el espécimen no neonato de la crítica y la poesía, acreditado como miembro de esta página, sonríe silencioso ante la pregunta crucial: ¿escribirás algo para la página al menos? Lo encuentras en la clausura del Festival. ¿Cómo es que siempre puedes ingresar a estos eventos sin invitación ?, tienes la duda. Él lanza un guiño y cuenta su secreto: todo consiste en esperar el momento oportuno. Palmas peruanas. Sobre el escenario, Augusto recibe el premio a la Mejor película peruana. Más bien, habría que darle un premio al esfuerzo por filmar su película los fines de semana, a lo largo de las estaciones. Ponte de pie y propón el nombre del trofeo: La estatuilla Primavera, verano, otoño, invierno y otra vez primavera va para Augusto… Más palmas peruanas. Micky ganó el premio de la Revista Cosas por su cortometraje y le dieron una suerte de llave gigante y monolítica. Carlos ganó el premio de la Revista Tren de Sombras por su película y no le dieron ni un diploma. Quizás para ambos sería más beneficioso una suscripción anual a las benditas revistas y punto. A la organización, urgente: esas ediciones en los vídeos del Spondylus, esas imágenes aceleradas del Festival con la musiquita de mambo-qué-rico-mambo, eso ya es prehistoria, por favor. Sube de nuevo Carlos al escenario. Premio, tras premio, tras premio. Le faltó uno, piensas: Mejor actor, para Cornelio.Todo termina como empezó y veinte minutos después todos salen de ahí por unas cervezas. Rodrigo sugiere eliminar esa categoría de Ópera prima, y hacer que todas las buenas películas, no importa si el cineasta es nuevo o un habitúe, compitan entre todas. Edgar les cuenta que será el último año que ocurra esa separación. Natalia y Carlos salen volando a tomar el vuelo de esa misma noche rumbo a México. Abrazos merecidos. Alguien le bromea a Carlos: el próximo año te tocará ser Jurado. Él contesta: yo no juzgo películas, las hago. Despedida. Luego, todo el mundo entra a la súper fiesta. Bebidas, bocadillos finos, sonrisas para las cámaras. Descubres que "están los que tienen que estar". Incluso Gabriel Q, que seguro andaba vigilante ante cualquier señal de discriminación durante los bailes. Al poco rato Martín pone cara de angustia: él es vegetariano y no hay quiche de espinaca. Esta vez todos los bocaditos son de jamón. Además se siente extrañado: es primera vez que lo han invitado y su película tuvo un problema en su exhibición. Le han prometido una retrospectiva para el próximo año. Mirá vós si será verdad. Ojalá lo sea, viejo. Vaya a buscar su lechuguita y regrese rápido que se acaba la cerveza.
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Pausa refrescante. Momento de ponerse serios –puede ser ironía-. Se terminó el Festival de Lima y se saltan a la vista varias conclusiones:

i. El Festival ha aumentado secciones, proyecciones, salas de exhibición. Hoy por hoy, abarca mucho pero aprieta poco. Hay películas que no tienen el nivel de estar en una Selección Oficial. Ver competir Stellet Licht al lado de títulos como Suspiros del corazón da vergüenza ajena. Las películas que le gustan a las amistades de Edgar deben tener su propia sección: Selección oficial para Señoras (con derecho al premio de la Revista Cosas). Tampoco pudieron reaccionar con respecto al fallecimiento de Bergman y Antonioni. Una buena película de cualquier de ellos vale media Selección Oficial –o más-. ¿No tenían espacio para una función de homenaje? Inaceptable.
¿En qué acertó la organización? Pues hay alguien que finalmente ha entendido que, a pesar de ser aún una pequeña aldea, el Festival necesita más relaciones internacionales. La muestra venida de Cannes con películas como La soledad, La petite Jerusalem, Héros, entre otras, ha sido un respiro de emergencia ante el inamovible cine latinoamericano. Más entusiasmo ha causado la presencia de la delegación del World Cinema Fund, una de las charlas más concurridas, especialmente por jóvenes cineastas. En mejorar rápidamente su selección y en cimentar las relaciones inicialmente alcanzadas es lo que debe estar en discusión entre quienes quieren que el Festival mejor. Y también, al parecer, hay que evitar la presencia de argentinos en los afiches.

ii. El cine peruano de ficción realmente existe por ímpetu individual. No he visto las películas peruanas pero, por opinión de masoquistas personas cuya apreciación valoro, entiendo que dichos filmes dejan mucho que desear. Una lástima, de veras, porque esta no es una frustración de tal o cual cineasta, sino de quienes se entusiasman por el cine peruano. Esta última línea puede sonar bastante nacionalista, pero basta ver –nuevamente- cómo cineastas tan distintos como Cuarón y Reygadas pueden no solamente coexistir sino apoyarse mutuamente –vean los créditos de Luz silenciosa- y obtener lo que, cada uno por su lado, ha luchado por alcanzar.

iii. Otra conclusión, más localista aún, es que nuestra crítica peruana no tiene mayor brillo o dedicación excepto –me da envidia decirlo- la actividad de Ricardo Bedoya. Si algo beneficioso ha traído este extraño mundo del blog al movimiento de la crítica local es reavivar a este señor, a quien hasta hace algún tiempo ya ni leía por lo repetitivo de su discurso, pero que ahora parece rejuvenecido, tras haber descubierto en su blog un medio que le permite explayarse mejor que en su columna dominical. La mejor cobertura del Festival de Lima la ha hecho él solo –con muchos puntos en los que discrepamos radicalmente- y junto a Emilio Bustamante, Mario Castro y dos o tres nombres más –todos mucho más jóvenes y ninguno de “su escuela”-, se distinguen claramente del resto de la crítica, que es más de lo mismo y hasta objeto de mofa por muchas personas.
iv. Mi última conclusión, la más feliz también, es descubrir que el cineasta Reygadas está cerca a realizar una película memorable (creo no ser atrevido si afirmo que esta última es la que quedará en los libros, hasta el momento). No solamente está por encima de casi todos los cineastas latinoamericanos –que no es gran mérito-, sino que es notoria la superación respecto a sus dos películas anteriores –que sí es gran mérito-. Como dijimos semanas atrás, este evento llegaba con un nombre propio bajo el brazo. Ojalá que llegue a buen puerto la negociación entre Mantarraya y el CCPUCP para que la cinta mexicana pueda quedarse y sea exhibida en las siguientes semanas.
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Quieres despedirte de esta página escribiendo un texto más, un apéndice sobre Luz silenciosa. Te sientas frente al computador, pero no te sale nada. Han aparecido muchos textos, pero ninguno alcanza a expresar lo que sentiste al ver esa película. Tu propio texto seguramente tampoco lo hará. Estás agotado. O piensas que ya no te interesa escribir para los demás, permitir que los demás lean lo que escribes. Ya ni sabes por qué lo empezaste a hacer o por qué no lo abandonaste cuando tiempo es lo que más te faltaba. No sabes nada. Quieres dejar este blog. ¿Renunciar? ¿Desaparecer? ¿O solamente necesitas vacaciones temporales? No sabes nada. No crees en entelequias pero igual pides ayuda: Dios, mándame una señal. El perro se echa a ladrar. Bah, eso es lo más obvio. Otra señal. Una alarma de automóvil suena. No te convence. Una señal más fuerte, pues. El perro aúlla y, de pronto, la tierra tiembla bruscamente. El suelo se mueve como nunca antes has sentido y las ventanas se sacuden estrepitosamente. Empezaste tu última crónica en la mañana y la terminas al entrar la noche, durante un terremoto. ¿Ahora qué caraxo significa esta señal? Todo el mundo sale asustado a las calles –los hombres, antes que nadie-, y en la televisión algunas mujeres se echan a rezar. En unas horas aparecerán las terribles noticias: casi quinientos muertos, demasiados heridos, construcciones destruidas, caos telefónico, criminales de alto riesgo que han fugado de prisión. Tu corazón de periodista todavía late y te quedas viendo las noticias hasta casi el amanecer. Tu madre llama del exterior, preocupada. Contactas con unos amigos y te animan a partir a Ica para ayudar a quien buenamente se pueda. Es obra del maligno, te dice tu tía, la evangelista. Tengo la respuesta lista, en la punta de la lengua: Yo creo, tía, que es obra de Dios. La realidad, lamentablemente, es más terrible, y me callo.
Fernando Vílchez Rodríguez

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Monday, August 13, 2007

EL ÚLTIMO DOCUMENTAL DE MICHAEL MOORE



Con el Festival de cine encima, se nos pasó el detenernos para releer un artículo que escribió Guillermo Giacosa en su diaria sección de Perú.21, citando a Ismael León, acerca de Sicko, la última película de Michael Moore, que fue presentada en el Festival de Cannes de este año.
La película, vaya novedad, ya está disponible desde hace algún tiempo en Polvos Azules y su contundencia es tremenda. Como La Corporación, de Achbar y Abbot, Surplus, de Gandini o la propia Bowling for Columbine, Sicko se vuelve un testimonio indispensable en épocas decisivas.
Aunque actúan George W. Bush y Richard Nixon, no creo que la exhiban en los cines peruanos. Así que, una vez más, la piratería se convierte en la opción natural. Más abajo, el texto de Giacosa, pero antes un momento de la película:
Mujer: I work three jobs.
George W. Bush: You work three jobs? Uniquely American, isn't it, I mean that is fantastic.
Fernando Vílchez R.
¡Queremos ver Sicko!
Leí en la página web Terca opinión (www.tercaopinion.org) un artículo de Ismael León titulado '¿Por qué no vemos Sycko los peruanos?' que quiero compartir. Dice así:
"Llama la atención que las salas limeñas aún no hayan exhibido el documental Sycko, de Michael Moore, un film que compara al sistema privado de salud impuesto en EE.UU., con los que operan en Canadá, el Reino Unido, Francia y Cuba. El trabajo de Moore es de una eficacia demoledora. Después de hora y media, no pueden quedarle dudas al espectador sobre lo que ha visto. El film atiende fielmente los requisitos del género, con una minuciosa investigación, amplitud y variedad en las personas consultadas y un nervioso manejo de cámaras.
Dicho esto, aclaro que no pretendo hablar de cine, como entiendo que Moore, con Sycko, no se propuso ganar un Oscar. Me queda claro que su intención fue mostrarles a sus paisanos y al mundo la postración de su sistema de salud, operado con los métodos del crimen organizado. Hoy sabemos que 50 millones de norteamericanos no tienen acceso posible a los sistemas privados de salud. Y los 250 millones que pagan por esos servicios son muchas veces engañados, esquilmados y, en muchísimos casos, asesinados, porque la lógica del sistema es maximizar ganancias y reducir atenciones.
Nada de lo expuesto está en boca de Moore ni de un ideólogo afiebrado. En el film, hablan personas de carne y hueso, incluidos dos bomberos de Nueva York enfermos a partir de su faena del 11 de setiembre, que les valió menciones honrosas, discursos en la televisión y, luego, el olvido.


Nada es casual en la historia, nos dice el documental. La matanza organizada de americanos comenzó el 17/02/1971, cuando el presidente Nixon conversó por teléfono con su asesor Edgard Keiser. 'Déjame preguntarte, tú sabes que yo no sé mucho de esos malditos programas de salud', confesó el mandatario, en sus maquinaciones previas a la privatización del sistema americano.

Allí desfilan Reagan, Hilary Clinton, un lúcido parlamentario inglés llamado Tony Benn, numerosos asegurados de EE.UU., Toronto, Londres, París y bomberos de La Habana quienes, finalmente, atienden y alivian a sus colegas americanos, a los que consideran como parte de una sola familia. Me dirijo a los comentaristas especializados y columnistas políticos, porque la ausencia de Sycko en las salas peruanas podría ser parte de la autocensura de los circuitos comerciales que ya en EE.UU. consiguieron parcialmente su propósito, cuando Disney World renunció a su compromiso como distribuidor, obligando a Moore a contratar empresas menos experimentadas.

Esta película debería ser exhibida y no solo en las salas comerciales, también en las escuelas, universidades y en cuanto circuito popular exista en territorio nacional. Porque la idea de privatizar el maltratado sistema de salud pública y los retazos de la seguridad social no ha desaparecido de la cabeza de los Rafael Rey que ahora operan desde el Gobierno, quienes únicamente esperan otra oportunidad como la que les ofreció Fujimori para volver a las andadas".

Guillermo Giacosa

Sunday, August 12, 2007

NO VOLVERÉ (Tema de Luz silenciosa)





La han cantado Pedro Infante, Lola Beltrán, Alejandro Fernández y hasta Cristian Castro.
Preferimos esta versión. Súbale el volúmen y escuche No volveré, tema de la película Luz silenciosa, de Carlos Reygadas. Para dedicarla.
LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA
Bah, ya que estamos cerrando el quiosco, un bonus track de lujo con Jacques Brel, también homenajeado en la mejor cinta del Festival de Lima.



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Saturday, August 11, 2007

DOS PELEAS MÁS EN EL FESTIVAL

Cuatro peleas de Boxeo entre los críticos de cine quedan por definir. Hoy, las dos primeras. Más tarde, un texto sobre la película que debe ganar en la Categoría de Películas de Ficción: Luz silenciosa.
PRIMER MATCH



Película: Sur la trace d´Igor Rizzi, de Noel Mitrani (2006)



Esquina roja- José Romero (Revista godard!)
En contra

Un ex-jugador de fútbol, devenido en torpe ladronzuelo, añora sólo recuperar el amor perdido, mientras que –sin darse cuenta- debe cumplir su primer trabajo como asesino a sueldo. En el níveo escenario de Québec, se inscribe esta historia de redención claramente influenciada por el estilo de Aki Kaurismaki. No importa quién es Rizzi ni las razones por las que nuestro protagonista es contratado para matarlo. Lo que realmente interesa es por qué se dio la separación que convirtió a este hombre en la patética sombra de lo que fue; y hacia dónde lo llevará su extravío.
Pero esta información básica es dada a cuentagotas y de manera confusa, lo que termina por dañar el conjunto; ni mencionar el lento arranque del filme. Aún así, vale resaltar la conmovedora interpretación de Laurent Lucas como Jean-Marc Thomas, un sujeto solitario que transita desesperado y arrepintiéndose (siempre de manera tácita) por el instante en que su vida cambió drásticamente.
Esquina azul - Jaime Akamine (Revista godard!)
A favor
Esta es la historia de reconciliación de un hombre con su vida. Pero lejos de apostar por una visión tortuosa del tema, la cinta está manejada con soltura. Es decir, desde una sensibilidad que privilegia el humor, el tono relajado y absurdo, la teatralidad y el contraste de lo ridículo con lo íntimo.
Por eso, los mejores momentos del filme son aquellos donde reina el despropósito y donde las situaciones descabelladas se redoblan como señales permanentes de un entorno insólito. Bajo esta lógica los personajes aparecen y desaparecen sin tantas referencias; las acciones se confunden a favor de la fuerza evocativa del relato y la trama es un mero vehículo para dosificar el peso de la reflexión. Tras esa nube de distorsiones, hay finalmente un aire nostálgico que envuelve a las imágenes, logrado a partir de una voz en off que narra un pasado sentimental doloroso y de unos escenarios invernales que parecen coincidir con el ánimo del protagonista.
La jueza decide:

Suena la campana. Akamine se juega el repechaje, así que entra más curtido que en un match anterior, directo a marcar el territorio. Romero avanza con moderación. Conoce el ring, se toma el tiempo para avanzar, alza el brazo derecho, lanza algunos golpes, recibe otros, todo con tranquilidad. Akamine ataca con la diestra, pero tiene la zurda muy abajo y deja opción al contragolpe. Habla del humor, del tono absurdo, del despropósito. Esto es señal de lo “no tortuoso” y de la “soltura” del filme (hay que recordarle que muchas veces ocurre lo contrario: el tono absurdo resulta tortuoso). Así parece entenderlo Romero, quien justamente ataca por ahí: “la información es dada de manera confusa” (hay que recordarle que muchas veces la confusión hace encantador a un filme). Ambos apelan al mismo confuso swing, aunque sin contundencia. Akamine, ahora más experimentado, expone más razones para su ofensiva. Para cuando suena la campana, ha vencido y su alma está salva.
*

SEGUNDO MATCH


Película: Cara de queso, mi primer gueto, de Ariel Winograd (2006)

Adriana Murguía – Redacción de Vértigo
(Asumo que) Le gustó

Cara de queso, mi primer gueto suele ser equívocamente confundida por una película para niños, cuando en realidad se trata de una mirada fría e irónica a una infancia que cada día se acerca más a la adolescencia. En un club de verano para judíos en Argentina, conocemos a los varios personajes y las características que los definen. Así, el director Ariel Winograd crea un mosaico del mundo que da vida a este entorno familiar.

Cara de queso… nos recuerda a Bienvenidos a la casa de las muñecas, de Todd Solondz. Ambas tienen en común el relato sobre el comienzo de una larga pubertad llena de incomprensiones, secretos y humor negro. Esta autobiografía cinematográfica dice mucho con pocas palabras y simplicidad. Si hay algo erróneo, tal vez sea desaprovechar al gran reparto que compone este largometraje, que incluye a Mercedes Morán, Federico Luppi y un nuevo grupo de jóvenes con talento que debutan en escena.

Manuel Bonilla – Revista Tren de sombras
¿También le gustó?

En las afueras de Buenos Aires, el club El Ciervo resulta un universo cerrado, dividido en lotes y bungalows debidamente enumerados. La comunidad judía que convive en este espacio no vive prisionera: permanece a salvo detrás de muros con otros que presume como iguales, librándose a la vez del encuentro con el otro.

La película transcurre y demuestra que ello no es garantía por cobrar. El choque y la propia discriminación dentro de este espacio ya controlado, vigilado y que propone leyes de juego propias, conduce al desmoronamiento tragicómico de lo que podría configurarse en las mitologías de los adolescentes del film como una villa idílica, un club, un resort, un condominio donde la felicidad parece concreta y es patrimonio de los socios. El director Ariel Winogrand recibe el apodo fatal de su álter ego ficcional: Cara de Queso, y bajo él se identifica y confiesa en ese verano dentro del country, junto (y lejos) de otras familias judías que lo habitan, en una cómica danza de pretensiones, vanidades, hipocresías, y sobre todo, incertidumbres.

La decisión de la réferi es...

La campana suena… pero los boxeadores –categoría Juniors- no quieren pelear. Debe ser que algo huele mal en la escuela de la crítica. Faltan maestros que, a la manera del viejo Clint en Million Dollar Baby, se dediquen a entrenar con firmeza a los jóvenes valores, deseosos de consistencia. Tienen poco tiempo para ganar, sino por K.O., al menos por puntos, pero parecen peleados con la argumentación. Murguía, aún encapsulada en los esquemas clásicos, se demora en calentar. Bonilla es retórica pura. ¿Hasta cuándo frases como “la película transcurre”. Por golpes así, esta réferi se ve obligada a amonestarlo. Murguía lanza los primeros golpes haciendo referencias informativas, pero sin mucha fuerza (se parece a la de Solondz… ¿y eso es bueno, malo, o ni una ni otra?). Bonilla no reacciona. Murguía termina tomando partido, con timidez aún. Bonilla, como sucedió con otro púgil de su equipo, parece haber escrito todo su texto como introducción al de Murguía. Esta señorita, sin despeinarse, gana casi por walk over.

MARÍA JOSÉ REY

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Wednesday, August 08, 2007

TORONJA: AFICHE PARA QUEJOSOS


¿Dónde está la frivolidad?


Mientras esperaba la proyección de la película Luz silenciosa, me encontré con el amigo Gabriel Quispe, uno de los críticos responsables de la página Cinencuentro.com, quien me detuvo para hacerme una observación amistosa. Resumiendo, era algo así como:
"Oye, Fernando, ¿cómo es posible que mientras estamos discutiendo la discriminación existente en el Festival debido al afiche, su página saque bronquillas entre críticos? ¿Por qué no lo comentas? Está bien que la página vaya a terminar pronto, pero no hay que terminar con frivolidades".
Observación amistosa, repito. Tan amistosa como la que el señor Óscar Contreras les hizo a Cinencuentro hace una semana al reclamarles por comentar películas antes que el Festival arranque. Al igual que en ese momento, me atrevo aquí también a opinar, ante el afanoso pedido del crítico amigo.
*
De pronto, la correcta sociedad civil se revuelve y hace gestos de ascos por un afiche.
"¡El Festival discrimina!", aúllan. Vaya novedad, niños y niñas. Parecen nuevos. ¿Primer año en el Festival?
En Lima, lo que se llama "cultura", es discriminatorio casi por esencia. Discriminar, en el sentido pleno del término. ¿Cuántas veces alguno de ustedes, lectores, ha ido al Teatro Plaza de Larcomar o a un concierto en el Vértice de la Nación? Un amigo antropólogo tenía hace unos años de llenar la sala del Británico en Miraflores -entonces, El mercader de Venecia- con miembros de una comunidad indígena. Faltó dinero para hacerlo. ¿Qué hubiera sucedido?
¿Qué sucede en San Isidro? ¿En estos años de Festival alguien vio a algún amigo de Comas o Independencia? ¿Van grupos enteros de la UNI? ¿Alguien vio a Tula? (Uf, y ahora nadie llore por estas frases).
¿Quiénes van al Festival? Van pues las señoras de cabello teñido y abrigo. Van señoras un poco más jóvenes y atractivas, ya entraditas en años pero con membresía en el gimnasio. Van los jóvenes abogados, socios minoritarios de exitosos buffets. Van las chicas de Letras y la mancha de Artes. Van los comunicadores de las universidades privadas y algún economista con aspiración de artista. Van los críticos con saco y jean. Van los empresarios aspirantes a conversaciones de moda. Así ha sido desde el inicio y eso ha sido objeto de burla muchísimas veces.
¿Y ahora?
De pronto todos se arañan. El afiche del Festival de Lima es criticable, pero más que por un afectadísimo afán de corrección social, por una visión de la mirada que el Festival tiene de sí mismo (el club de amigos de los organizadores en medio de un barrio de tercera y no un encuentro de conocimiento y exploración de lo que se viene realizando en este arte).
Resolver el asunto del racismo aquí es absurdo, pero habría que tomar en cuenta un detalle: antes que discriminación, creo que valdría la pena pensar en autodiscriminación. Es otro cantar que en algún libro o, bueno, algún blog -el de Tanaka, Portocarrero u otro noble señor- encontrarán quizás mayores detalles.
*
Termino diciendo que me sorprende que una página tan inmaculada como Cinencuentro se quiera comprar un pleito tan monse. Recuerdo que cuando publicamos una nota contra el productor Jaime Carbajal en esta página, alguien de esa página dijo, pulcramente, que mejor era no meterse, que eso "era política". También recuerdo que cuando se ha criticado posturas, ideas y obras mismas de algunos cineastas, siempre Cinencuentro -primero el Perú- ha apostado por la diplomacia y su buena onda.
Que la mayoría de películas de este Festival sean olvidables no es justificación para que lo más trascendente de este evento sea un póster. Prefiero, diez veces, leer las discusiones de los críticos -y eso es mucho decir-.
Amigo Gabriel, te recuerdo que, como en las películas malas, muchos petardos ocultan el vacío del discurso.
Fernando Vílchez R.


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LAS QUE DEBEN GANAR EL FESTIVAL





HAMACA PARAGUAYA (2006)*
Dirección: Paz Encina
País: Paraguay
Formato: 35 mm
Sección en el Festival de Lima: ÓPERA PRIMA
EL CONCEPTO
¿Qué puede significar para uno el quedarse quieto? Detenerse, pisar el freno, hacer una pausa para reflexionar, para mirarse, para hacer esas evaluaciones de retiro espiritual que a anestésicos puertos usualmente llevan.

¿De eso trata esta película? No. Es distinto elegir detenerse que aparecer (permanecer) quieto. En Hamaca paraguaya, permanecer es una constante, un vivir-así. No hay voluntad explícita de detenerse para mirarse. Lo que hay es quietud a priori, inmovilidad de dos vidas seniles hace rato estancadas.

¿Por qué motivos se puede estancar una vida, un personaje, una historia?

Uno de las principales razones es verse afectado por una pérdida terrible. Ocurre que uno se estanca, no porque no hayan opciones de escape, sino porque no hay voluntad de hacerlo. A los ancianos de esta película, el hijo se les fue a la guerra y no ha vuelto. Ellos, incómodamente sentados sobre la hamaca, y más por necesidad que por placer, se empeñan en recordarlo, viviendo entonces -el presente- en el pasado. Casi sin moverse. Prácticamente sin hablar.

“¿Y qué? ¿De qué trata? ¿De verlos sentados sin hacer nada excepto lamentarse? ¿Es todo?”, se oye en el corredor. No, no es solo eso. Hay una lucha que se percibe tímida, delicadamente, como la brisa que nunca llega a la selva paraguaya, pero de un terrible atractivo:

Permanecer quietos no solamente impide el desarrollo, la superación y todos esos estados ennoblecidos por la era moderna. Estar paralizado es, a ojos de todos, señal de inquietud. Hacer nada es ridículo en estos tiempos –en todo nivel-. Y, sin embargo el no-avanzar hacia algún punto es también el no-avanzar hacia el final de todo, es decir, estar quieto significa la ilusión de que la muerte no lo alcance a uno.


Los viejos saben de seguro que la muerte les llegará. Pero, aunque parezca que esperan con resignación, hay una notoria señal de su vitalidad: Madre y padre discuten sobre el regreso del hijo, se oponen, dicen que sí regresa, dicen que no. Estar vivo –enmarcados en la inmovilidad existencial-, estar vivo es asumir una posición y defenderla. En cambio, no tener ninguna, resignarse, esa es la muerte. Son discusiones, aunque envueltas en amargura latente, pero con esperanza al fin. Sobre la hamaca, dejar de discutir es avanzar hacia la verdad incómoda. Para vivir, los ancianos prefieren quedarse quietos (esto basta por ahora, aunque la lectura se estirará en los siguientes párrafos).

El pasado está presente. Quietud es vitalidad. Como usualmente se dice del amor, en este filme las antítesis se unen. Con una entereza conceptual bien depurada, Paz Encina, la responsable de esta película, lleva ahora estas ideas al plano formal.

LO FORMAL

El concepto de una película puede estar claro, pero sucede muchas veces que, al momento de llevar las ideas al celuloide, la fuerza inicial se pierde e las etapas de realización. Este no es el caso, ni de lejos.

¿Cómo registrar a unos personajes que se quedan en el pasado? Desde luego, lo más lógico es hacer que estos personajes tengan flashbacks o hablen siempre del personaje ahora ausente. Paz Encina asume estos recursos, de los más sencillos del cine, y les da su toque renovador, puliendo una piedra de toque en el aspecto sonoro:

Ves a los ancianos sentados, ya ni abren la boca, pero hablan, escuchamos sus voces. El hijo no está, pero ellos escuchan –y escuchamos- la voz del joven ausente, presente en ellos, casi masoquistamente. Los ancianos ya no se miran, pero saben qué le sucede al otro. Como vecinos lejanos de Pedro Páramo, existen y no. Hablan con otras personas, a las que no vemos. Y hablan, de nuevo, sin mover los labios. ¿Conversaciones imaginadas o ancladas en la memoria? ¿O ambas?


El diálogo sonoro, no visual, está presente en todas las escenas. Con esto se consigue, no solamente que el pasado se muestre en tiempo presente, sino también queda marcada la doble lectura de toda la obra: ¿en qué tiempo viven esos ancianos? ¿Son recuerdos? ¿Son sus diálogos recuerdos? ¿No serán sus diálogos con el cartero y el veterinario recuerdos también? ¿No estarán viviendo, ya, la resignación de la muerte mientras recuerdan el reciente pasado donde todavía, al menos, discutían?

¿O es que se trata de una región tan olvidada que ni siquiera hace falta abrir la boca –basta con los ojos monótonos- para comunicarse con el otro? La variante de lecturas aumenta la riqueza de esta obra. Mi interpretación va por afirmar que el tiempo de las palabras, de la voz, de lo hablado, es el pasado. Hace tiempo que esperaban. Hace tiempo que los anuncios de la guerra y de la muerte les fueron anunciados. Hoy solamente son los últimos resquicios de memoria que los mantienen “vivos” (bien podría decir “inertes”). Ahora, toca el silencio.

Los sugerentes elementos sonoros no terminan ahí. Antes, en el pasado, los ancianos hablaban y sus diálogos resultaban inacabados, para no acabar con uno mismo. De pronto uno de ellos deja las preguntas sin contestar para que el rastro permanezca. O de pronto oímos una bandada pero no vemos ningún ave. El estar presente, a dos niveles (pasado y presente), formalmente se presente también a dos niveles (audio, visual). ¿Dónde están los momentos débiles de esta apuesta? Cuando el diálogo, justificado por la vejez de sus personajes, se vuelve explícito (uno de los ancianos dice “ya, estoy triste”, lo cual es evidente a todas luces). Con todo, es una película desde su concepción, decididamente sonora. Cualquier aspirante a buen sonidista debería analizarla.

¿Y la cámara? Está inmóvil y alejada de los personajes. ¿Por qué la cámara fija? ¿Por qué los planos de “larga” duración? Porque la expresión va en búsqueda, consecuentemente, de la quietud, la inmovilidad. Todo parece estancado, las conversaciones no alcanzan ningún punto, los pájaros y la lluvia nunca aparecen. No hay que decirlo, sino verlo. Esperar y concluir. Es el cine que te permite llegar a una reflexión en tu mente y regresar a la pantalla. Que encuentra su riqueza en la contemplación, no en la información.

¿Por qué la cámara alejada? Creo que, principalmente, existen tres motivos. Primero, asumir un distanciamiento formal sobre el asunto en cuestión: analizar sin sentimentalismos un escenario que se presta a la emotividad (nostalgia, tristeza, pérdida, ancianos). Puede resultar un recurso antipático el contemplar cómo resultan afectados dos personas, de manera científica, para que luego el espectador haga su propia evaluación. Segundo, la cámara alejada crea la posibilidad de sostener el juego sonoro de hacernos pensar que los ancianos hablan, cuando no es así. Es decir, permite no ver sus bocas. Además, la cámara distante es también una acertada muestra de respeto a la memoria de una generación.

Y, sin embargo, la cámara también se acerca ¿Por qué se acerca? Por el habitual recurso de dar énfasis a lo que está sucediendo: Oímos determinada conversación con el hijo, con el veterinario, con el cartero y aparecen los cortes del montaje: del plano general pasamos al medio y después al primer plano. Esto, así, es el aspecto más convencional de la película, donde ésta, si bien no decae, abandona su propuesta formal, al menos con sus primeros planos.





Por último, aunque casi nadie haga referencia a ellos, sin duda hay que mencionar a los actores de la película, Georgina Genes y Ramón del Río. A pesar que el peso de la película recae, para mí, en un nivel conceptual, estos actores no son simples muñecos funcionales que pelan naranjas, se paran y se sientan, que cuentan hasta diez y se mueven. Hay en ellos un evidente trabajo actoral, dominio del espacio, del tiempo y una tremenda expresividad cuando la cámara está cerca. Y si sus personajes son fuertes por su amarga expresividad, las locuciones guaraníes, esas voces que llenan la sala sin descanso, son estas dicciones sin las cuales toda la película (y su concepto y su cámara fija y su lluvia que demora) no sería lo que es.

Da gusto que en un país como Paraguay, sin tradición cinematográfica, sin industria ni laboratorios, sin festival ni escuelas, apelando a su propia historia, a lo que acá muchos –exigiendo vergüenza- llaman “regionalismo” o “costumbrismo”- aparezca una obra como Hamaca Paraguaya conceptualmente tan bien construida y, por lo mismo, tan abierta a cualquier espectador de cualquier parte del mundo. Deberíamos avergonzarnos un poco todos.

No me gusta por ser una obra con un concepto detrás. Lo agradezco, sin duda, pero, por ejemplo, La soledad, de Jaime Rosales, es una película conceptual, pero se vuelve tan manipuladora y falsa que hace sospechar de su vaciedad. Me gusta porque hay coherencia en llevar ese concepto a la pantalla, porque se atreve a explorar un tratamiento distinto a temas conocidos, porque exhala seguridad de una directora debutante -Paz Encina-, porque implícitamente hace referencias al cine mismo y porque estimula el pensamiento, al menos el mío, aburrido de ver tantas películas que desaparecerán de la memoria en poco tiempo. De este Festival, una de las pocas películas que permanecerá como un buen referente, será Hamaca Paraguaya.

Fernando Vílchez Rodríguez

* Esta es una opinión no de la página sino del redactor.

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Tuesday, August 07, 2007

LA VIDA DE LOS OTROS - Boxeo

PELEA 3



FILM: Das Leben der anderen / La vida de los otros (2005),

de Florian Henckel von Donnersmarck


Esquina roja - César Miranda (revista godard!)
En contra

Una primera mirada deja ver del filme su correcta factura en cuanto a fotografía y producción, pero la cinta alemana peca por su ortodoxia y formalidad, desperdiciando un tema interesante y prometedor. Falla al no mostrar un sólido retrato de una época funesta, así como de la desesperanza, paranoia y sumisión de los que viven dentro de la Alemania comunista de inicios de los ochentas, debido a que sigue al pie de la letra las reglas del género.
Son los personajes del dramaturgo Dreyman (Sebastián Koch), la actriz Christa-Maria Sieland (Martina Gedeck) y los artistas que forman su círculo en donde se ven las grietas al construir sus personajes: sus registros no poseen la densidad para mostrar el ánimo general de constante peligro y acoso, recurriendo a estereotipos que debilitan las intenciones de fotografiar un país sumido en el miedo. Y con un final bastante arbitrario, su director quiere dejar a todos satisfechos, responder todas las preguntas y cerrar con un final feliz perdiendo la premisa generadora del filme.
Esquina azul - Martín Sánchez (revista Tren de sombras)
A favor
Fue una sorpresa saber que la cinta del alemán treintañero Henckel von Donnersmarcks se alzó con el Óscar al Mejor filme Extranjero del 2007, superando a El laberinto del fauno, la gran favorita. El marco del filme es la represión, el acoso a los disidentes y el clima social en la RDA, a poco de caer el Muro de Berlín. El guión, también de autoría del director, desarrolla la rutina de un implacable celador y fisgón, y la vida cotidiana de sus ocasionales víctimas: un respetado intelectual y su esposa, los otros.
Se exponen los férreos mecanismos del sistema y también el arribismo y la corrupción, inherentes a cualquier totalitarismo. Pero el engranaje no termina por anular el fuero íntimo del fisgón y una suerte de conversión es posible: la vida que se filtra a través de los receptores le revela su soledad. Von Donnersmarcks tiene el talento para acercarnos y también para hacernos mirar desde lejos, sin apelar al manierismo.


And now... Judge´s veredict:

Pelea de antesala. Suena la campana y Miranda se acerca rápidamente. Demuestra seguridad, quiere ser contundente, pero la prisa en los golpes lo obliga a dejar algunos flancos sueltos: habla de un género, sin precisar a cuál se refiere (¿el espionaje?¿thriller político? ¿un drama a secas?). Sánchez no ataca, tampoco defiende. Encima del ring, saca una pizarra, dibuja el contexto, anota datos y para cuando se da cuenta, ya va perdiendo. Dos tercios de su defensa pueden servir, tranquilamente, de introducción al texto de Miranda, quien agradece la ayuda involuntaria. Sánchez, con la inocencia de un gancho al aire, termina su largo trote descriptivo diciendo que el director tiene talento. Suena la campana. Miranda, sin sudar, vence cómodamente y clasifica.
M. J. R.

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Sunday, August 05, 2007

BOXEO EN EL FESTIVAL DE LIMA




LOS CRÍTICOS AL RING
Luego de su desaparición a causa de demasiados exámenes finales, nuestra simpática columnista María José Rey abandona sus latigazos contra Hollywood y escribe sobre un detalle agradable que viene apareciendo en Vértigo, el Diario del Festival de Lima:
Vemos en este folleto una sección llamada BOXEO, en donde dos críticos tienen unas 150 palabras para agarrarse a parrafazos y defender, uno, y atacar, el otro, a la misma película. Aquí, los textos de los dos primeros encuentros, con el inapelable fallo de la jueza al final.
* * *
PELEA 1


El espíritu de la pasión (Bin-Jip), de Kim Ki-Duk (2004)


Esquina roja - MARIO CASTRO (Revista godard!)
No le gustó

Si Coelho fuera cineasta y menos torpe de lo que es escribiendo; si sus fábulas fuesen tan rotundamente budistas cual impertérritos muñequitos regordetes de porcelana que tugurizan hogares de tías y madres; añadiendo –calculadora ingenuidad perversa- el sabio toque de la sumisión siniestra, propio de la ética tarada de la telenovela; entonces el resultado sería el Kim Ki-Duk angélico-parabólico de El espíritu de la pasión (3-Iron).

El amor de dos mudos funcionales (no intercambian verbalmente ni medio haiku) se realiza ¿plena?, calderonianamente (vida igual sueño, etc.), cuando uno de ellos redondea, sutiliza, su vocación de fantasma (queda en la conciencia del espectador si se come la metáfora). ¿Todo para eso? El idealismo más (des)consolador y la más pura tontería se unen en un abrazo masoquista, que de no ser tan increíble y ridículo sería, quizás, escalofriante. La ejecución cinematográfica solvente y elegante se agradece y es insuficiente. La Ghost coreana. (MCC)
Esquina azul - GABRIEL MESETH (Blog La cinefilia no es patriota)
Le gustó

Qué difícil seducir con la trillada fórmula de la muchacha cautiva y el caballero que aparece en pos de su rescate emocional. Pero Kim Ki-Duk no se desanima ante ello y, reinventándola para el presente y en coreano, se enfrenta a un riesgo del cual sale bien librado.

El director hace uso de un motivo propio de su cine más reciente: señalar un camino hacia la purificación espiritual. En esta ocasión, se trata de superar las adversidades del destino mediante un romance donde el silencio adquiere una fuerza expresiva más poderosa que la palabra, y en el que (como dicta la filosofía sanjuanista del “toda ciencia trascendiendo”) se abandonan las limitaciones del cuerpo para dar paso a la ubicuidad del alma como única posibilidad para la consumación de un amor en apariencia inasequible. Todo esto impregnado de una melancólica elegancia, la cual concede primacía a los sentimientos, hallados aquí por encima de cualquier perspectiva conceptual. Por eso, románticos incurables, bienvenidos sean. (GM)

El veredicto de la jueza:

Los boxeadores se saludan y suena la campana. Castro sabe que no tiene mucho espacio y entra con la pierna en alto. Además, ataranta con su lenguaje. Juega a la boquilla y hace recordar a Alberto Angulo (¿qué fue de ese señor?). Meseth, con estilo más clásico, gira alrededor de su oponente, aunque se demora para entrar en calor, quedando en desventaja de arranque. Ambos mencionan el tema del silencio como base de su gusto o disgusto, y de manera similar: Castro se burla y hace una referencia intelectual a Calderón. Meseth se vuelve místico y hace una referencia intelectual a San Juan. A estas alturas, ambos defienden sus subjetividades con el mismo molde. Lo bueno de Meseth es que te inspira atmósferas. Lo bueno de Castro es que te proyecta escenas, y además, sigue golpeando, aunque sea al aire. Meseth termina con movimientos sobrios y elegantes. Castro lanza un uppercut. Suena la campana. Ninguno cayó pero, por puntos, gana Castro.

* * *

PELEA 2


El pequeño teniente (Le petit lieutenant), de Xavier Beauvois (2005)

Esquina roja - RODRIGO BEDOYA (Ventana Indiscreta – U Lima)

¿No gustó?

El pequeño teniente, de Xavier Beauvois, es un policial atípico: no importan las causas de los asesinatos, la tensión por atrapar a los responsables o el triunfo que significa haber resuelto el enigma. La película desdramatiza la acción y elimina picos narrativos a partir de una cámara que se dedica a registrar, de forma distante, los hechos narrados. El entusiasmo que siente Antoine (Jalil Lespert) ante la acción que le permite su trabajo de policía, choca siempre con una puesta en escena desprovista de cualquier elemento que permita crear tensión o suspenso. El triunfo y la derrota están igualados en este largometraje: conseguir una pista más, así como perder a un compañero de trabajo, son acciones filmadas siempre desde cierta distancia que impide una identificación hacia lo que significa la acción policíaca. Esto le da al film un tinte melancólico: la actividad policial es una labor en la que el éxito se ve opacado por el dolor o los fantasmas personales. El pequeño teniente, a partir de su tristeza, nos señala eso. (RB)

Esquina azul - JAIME AKAMINE (Revista godard!)

¿Gustó?

Las primeras imágenes de El pequeño teniente (Le petit lieutenant) hacen presagiar un policial sobrio orientado desde la perspectiva de un iniciado. Sin embargo, la película se describe mejor como una crónica pulcra y detallada, a la vez que propone un retrato conjunto de una división policíaca. Su verismo radica precisamente en el tratamiento contenido y casi seco de la acción, y en la mirada neutral que Beauvois dirige a sus personajes: la cámara parece acechar a cierta distancia, a la expectativa de algún indicio que sirva al caso, pero descarta por anticipado el mínimo esbozo de emoción o cualquier gesto desnaturalizado. La elección resulta entonces implacable. Entre esos seres lánguidos y despojados destaca la presencia de la comandante Vaudieu (estupenda Nathalie Baye), como una personalidad fría, atormentada por las culpas y por un pasado que la acerca a una condición de sacrificada absoluta. (JA)

Las palabras de la referee:

La campana suena y los boxeadores se acercan, se observan, saltan, giran, se dan media vuelta y se sientan. Hacen tiempo. No hay pelea. Es un amistoso, un match benéfico. Bedoya habla de la cámara que registra a la distancia, Akamine hace eco con la cámara que acecha a distancia. Akamine intenta golpear con el tratamiento contenido y casi seco, Bedoya responde con la puesta en escena desprovista de tensión. Juegan a lo mismo. No hay golpes, sino fintas. Descripciones y nada más. ¿Dónde quedó la opinión de cada uno? El público se pone de pie y empieza a irse. Error de la Federación de Boxeo. Se programó a un solo boxeador amagando frente al espejo. Suena la campana. Eliminados los dos.

María José Rey

mañana: Pelea 3 y 4



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